Compasión en exceso
Motivación

Compasión en exceso

Durante la Guerra Civil Norteamericana, la pena por desertar era la muerte. Pero los ejércitos de la Unión raras veces ejecutaban a alguien, porque su comandante en jefe, Abraham Lincoln, perdonaba a casi todos. Esto enfurecía al Secretario de Guerra, quien creía que eso solo incentivaba la deserción. Pero Lincoln empatizaba con los soldados que cedían ante el miedo en el fragor de la batalla. Y sus soldados lo veneraban por gran compasión.

En nuestra vida diariamente nos encontramos en medio de batallas, problemas dificultades y situaciones que no podemos controlarlos

Dios siempre está presente, y tiene compasión por cada uno de nosotros.

Hay un relato en las escrituras en el que se ve claramente esta cualidad de Jesús:

Poco tiempo después iba camino de una ciudad llamada Naín, y caminaban con él sus discípulos y mucho gentío. Cuando se acercaba a la puerta de la ciudad, resultó que llevaban a enterrar a un muerto, hijo único de su madre, que era viuda; y un gentío considerable de la ciudad la acompañaba. Al verla el Señor, se compadeció de ella y le dijo: «No llores». Y acercándose al ataúd, lo tocó (los que lo llevaban se pararon) y dijo: «¡Muchacho, a ti te lo digo, levántate!». El muerto se incorporó y empezó a hablar, y se lo entregó a su madre. Todos, sobrecogidos de temor, daban gloria a Dios, diciendo: «Un gran Profeta ha surgido entre nosotros», y «Dios ha visitado a su pueblo». Este hecho se divulgó por toda Judea y por toda la comarca circundante. (Evangelio Lucas 7, 11 – 17).

Son muchos los momentos en los que se deja claro que Jesús y el Padre requieren de Fe para hacer milagros. Fe, se entiende, por parte de quien se va a beneficiar de ese milagro. En alguna ocasión, de hecho, se explicita en el Evangelio lo contrario: cómo en ocasiones Jesús no pudo hacer milagros por la falta de Fe. Para mí esto es algo que resulta un poco misterioso, puesto que Jesús y el Padre todo lo pueden.

Ahora, al igual que entonces, Dios sigue requiriendo habitualmente de nosotros esa esperanza y esa Fe para intervenir activamente en nuestras vidas. Y mientras más esperanza y más Fe ponemos en el Padre, más facilitamos su intervención.

¿Cuál es el milagro que necesitas en tu vida? ¿Cuál la situación incontrolable que necesita salida? ¿Cuál es el problema que atraviesas en donde es imperioso una solución? Dios puede darte la respuesta.

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