John Erskine aprendió la lección más valiosa de su vida cuando tenía sólo catorce años. Su profesora de piano le preguntó «¿Cuántas veces al día practicas y durante cuánto tiempo lo haces?».
Erskine respondió que intentaba ensayar una vez al día durante una hora o más.
«No hagas eso – le respondió ella -. Cuando crezcas, no tendrás tiempo libre en tramos tan largos. Practica en minutos, siempre que los puedas encontrar: cinco o diez antes del colegio y entre una y otra tarea. Extiende tus prácticas durante todo el día y la música se volverá parte de tu vida».
No es necesario decir que Erskine siguió este consejo y se convirtió en un renombrado pianista: presidió el Instituto de Música Juilliard, tocó con la Filarmónica de Nueva York y dirigió la Asociación Metropolitana de Ópera de esa ciudad. También enseñó literatura y escribió más de cuarenta y cinco libros.
El sabio Salomón escribió:
Acepta todo el consejo y la instrucción que puedas,
Proverbios 19:20
para que seas sabio por el resto de tu vida.
A medida que la vida avanza, somos muy reacios en aceptar los concejos, en aceptar la corrección. Los consejos correctos y firmes son los que nos harán llegar a nuestro propósito, alcanzar metas y objetivos. Muchos gobiernos van al fracaso por no oír los consejos, muchas empresas van a bancarrota por no atender consejos, muchos matrimonios terminan su sueño de ser felices por desoír consejos.
Aprender a escuchar es una de las mayores virtudes que podemos ejercitar, nos llevará a buen rumbo, nos desafiará a cambiar, nos enseñará a disciplinarnos en las áreas que somos débiles y nos evitará un sin fin de problemas.
Dios nos mira como a hijos necesitados de enseñanza, carentes de dirección y corrección, pero por sobre todas las cosas, Dios nos ve con amor y con paciencia y misericordia nos da continuamente sus consejos.
«Hijo mío, no te olvides de mi ley; y tu corazón guarde mis mandamientos; porque largura de días y años de vida y paz te aumentarán.
Misericordia y verdad no te desamparen; átalas a tu cuello, escríbelas en la tabla de tu corazón; y hallarás gracia y buena opinión en los ojos de Dios y de los hombres». Proverbios 3: 1 – 4
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