Una mujer de 90 años, Margaret Keeanan, se convirtió este martes a las 6.45 de la mañana en la primera persona en ser inoculada contra el coronavirus en occidente, la primera en recibir la vacuna de Pfizer-BioNTech en el Reino Unido. La abuela con 4 nietos, que se jubiló hace 4 años de su trabajo como empleada de joyería, agradeció al Servicio Nacional de Salud (NHS) y recomendó a la población inocularse. “Me siento muy privilegiada de ser la primera persona en vacunarse contra la covid-19, es un regalo prematuro de cumpleaños. Espero el año próximo poder pasar más tiempo con mi familia y mis amigos después de tanto tiempo de estar sola”, dijo Keegan a la cadena Sky.
Keeanan y la enfermera que la vacunó, May Parsons, entraron en el panteón de las celebridades de un día con sus declaraciones a los medios. La enfermera habló del “gran honor” de ser la primera en el Reino Unido en administrar la vacuna. “Estoy contenta de participar en este día histórico. Los últimos meses han sido muy duros en el Servicio Nacional de Salud. Por fin hay luz al final del túnel”, declaró Parsons.
Esta semana se aplicarán vacunas en 50 hospitales del Reino Unido a la primera franja de la población: los mayores de 80 años en residencias de ancianos y los trabajadores sociales y de la salud vinculados a ellos. La semana próxima los centros de vacunación se ampliarán con el sistema de consultorios de médicos generalistas del estatal Servicio Nacional de Salud que cubre todos los barrios y localidades del Reino Unido.
En este mes de diciembre se calcula que habrá dos millones de dosis listas para la vacunación, suficientes para un millón de personas. Una vez cubierto el primer sector poblacional se proseguirá con otros ocho divididos por edad y grado de exposición y vulnerabilidad. Los mayores de 80 años y los trabajadores de la salud y de servicios sociales van segundos, seguidos por los mayores de 75 y luego en orden descendiente de edad hasta cubrir a los mayores de 50 y los que tengan entre 16 y 64 años con riesgo clínico.
El ministro de Salud, Matt Hancock, se mostró emocionado y feliz ante “este triunfo de la ciencia y la creatividad humana”, pero advirtió a la población que no hay que bajar los brazos. “Tenemos que seguir respetando las reglas. No tenemos que relajarnos ahora. Tenemos que asegurarnos que el programa de vacunación llegue a suficiente gente vulnerable como para que no tengamos la cantidad de muertes que tenemos hoy”, dijo Hancock.
La logística de la aplicación de la vacuna Pfizer es uno de los temas que más preocupa a las autoridades. La vacuna tiene que almacenarse a menos 70 grados: en un refrigerador normal tiene una vida útil de un máximo de cinco días. Refrigeradores de esta capacidad –mayor de la que se usa para el transporte de alimentos congelados– no abundan en el Reino Unido y el mundo desarrollado y escasean en el mundo en desarrollo. El proceso de descongelamiento de la vacuna y la fragmentación de las partidas que contienen 975 dosis en unidades más manejables en los centros de vacunación es una de las claves para superar este obstáculo logístico.
Aún así es un día de optimismo en el Reino Unido, similar en términos futboleros a la euforia del primer gol en un partido durísimo que en más de un momento pareció perdido. Inglaterra salió el miércoles pasado de un mes de confinamiento nacional para pasar a un régimen apenas más flexible para el 99% de la población que se reverá el 17 de diciembre antes de la llegada del período navideño. Este lunes hubo más de 17 mil nuevos casos: el 2 de diciembre fue el pico de fallecidos con 603 decesos. En este contexto la vacuna es una bocanada de oxígeno que permite un moderado optimismo en un año desolador. Las autoridades calculan que entre la Pfizer y otras vacunas que se aprueben en las próximas semanas, para las Pascuas se habrá inoculado a toda la población.
Esta euforia ha llevado al complejo del primerizo. En los últimos días los medios han hablado permanentemente de la primera vacunación contra el coronavirus: muy pocos registraron que el sábado comenzó la inoculación en Rusia. En muchos lugares la memoria de la guerra fría sigue caliente.
Fuente: Página 12