Ante la realidad ajena podemos tomar dos posiciones ser empáticos o simpáticos.
El Diccionario de Oxford define la palabra empatía como la capacidad de entender o experimentar lo que otra persona está sintiendo desde su propio plano de referencia. Esto es la habilidad para ponerse en los zapatos del otro.
En tanto que la simpatía se centra en la amabilidad, en encontrar algo positivo del problema que nos explica la otra persona, busca la aprobación, se escucha para responder.
Muchas veces cuando alguien se presenta ante nosotros para contarnos sus propios problemas, lo más fácil es hacernos los simpáticos, como que estamos obligados a decir algo, cuando lo más probable la otra persona, solo está esperando de nosotros que nos tomemos un tiempo para escucharla, y simplemente darle un abrazo, préstarle los oídos para que se desahogue, o el hombro para que llore
En el libro de hebreos el escritor nos enseña que “Nuestro Sumo Sacerdote comprende nuestras debilidades, porque enfrentó todas y cada una de las pruebas que enfrentamos nosotros, sin embargo, él nunca pecó.”
Dios también, Él se puso en nuestros zapatos, conoció todas nuestras debilidades.
Conoce las circunstancias en las nos sentimos débiles.
- Jesús fue un inmigrante, cuando era un bebe sobre él había ya una pena de muerte, y tuvo que huir con sus padres a una tierra extraña. Como la historia de nuestros antepasados que formaron familias, pueblos nuevos en una tierra desconocida, porque huyeron de las guerras o del hambre en sus tierras.
- Conoció la angustia, la soledad, en el huerto del Getsemani. Cuando sabia cual era el fin que le espera a vuelta de la esquina, y sus amigos, no estaban ahí para consolarlo, sino que dormían.
- También fue criticado por no arrojar una piedra por no condenar a una mujer que había pecado.
- Jesús conoció el dolor de perder a un ser que amaba, lloró ante la tumba de su amigo Lázaro.
- Dios vio morir en la cruz, en manos de pecadores a su único Hijo, solo por su eterno amor a su creación
- En el antiguo testamento, Dios compara su relación con el pueblo de Israel, como la de un esposo engañado por su esposa, así que Dios también conoce ese dolor.
Recuerda que Dios ya pasó por el dolor, así que no hay nadie mejor al que le puedas contar lo que te está pasando, Él te va a escuchar, y seguramente vas a sentir como te abraza.
Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Filipenses 2:5-8