Relato real, en primera persona:
A pesar de las adversidades de este 2020, Dios fue fiel. Hace un tiempo emprendí un camino por un sueño, uno que no iba a ser fácil pero, dentro de mí, tenía mucha fe en que se iba a poder cumplir. Desde que apenas tenía 15 años conocí un mundo único y que te vuelve una persona diferente, la radio. Recuerdo que mi papá me acompañó a iniciar un programa un 5 de diciembre del 2009 y desde ese entonces, mi sueño arrancó. De ese inicio pequeño y muy humilde, hasta hoy, jamás imaginé que me recibiría de Locutor Nacional y mucho menos pensé estar en los medios de comunicación y los escenarios más importantes de mi provincia. No fue fácil, pero Dios siempre estuvo ahí, haciendo su parte, yo solo tuve que despertarme cada día y seguir confiando.
Pero este año 2020 fue particularmente duro. Llegó la pandemia y nos sorprendió a todos, desprevenidos. Casi 9 meses sin ver a mi familia en Eldorado, por estar en una ciudad distinta -Posadas- siguiendo un sueño. Tener que contar noticias no gratas en la radio cada día, sacar fuerzas de todos lados para ponerle la mejor onda, y así seguir creyendo, seguir confiando. Que a veces es lo único que tenemos, la posibilidad de seguir confiando.
Increíblemente, sí. Un rotundo sí. Que muchas veces parecía no, porque la vida está cargada de problemas y situaciones que nos hacen pensar más de dos veces si tomamos buenas decisiones o estamos muy errados. Porque todos sabemos lo que significó el 2020 y, aún así, fue un año de cosecha en el que vi la respuesta de Dios a muchas de mis oraciones y vi como se cumplían muchas de las promesas que Dios me había hecho. Como nunca antes. Y se iba dando en oportunidades, en experiencias y sobre todo en personas, maravillosas, que sin decirte nada te dan un motivo de alegría inmenso, una razón brillante para seguir confiando.
No escribo esto solo para contarles lo agradecido que estoy. Porque lo estoy. Con muchas personas. Esto quizá suene a frase repetida pero es tan real; lo hago también para que sepan que sembrar, invertir, apostar, creer, jugársela, como quieran llamarlo, en Dios, no tiene nada que se le compare. Siempre lo que viene supera lo que habíamos imaginado. Por lejos y cuando menos te das cuenta, todo lo que pensabas que no llegaría, ahí está, del otro lado de nuestros miedos. ¿Y qué teníamos que hacer? Jaja sí, seguir confiando.
Amigos, esto es más que religión, es más que una filosofía de vida, es más que una creencia, es más que solo fe, es más que solo palabras lindas. Dios vale el esfuerzo, a cada paso. Hay un pasaje que siempre ronda en mi cabeza, y les comparto esta traducción que me gusta mucho:
Hebreos 11:1 “Ahora bien, la fe es la firme seguridad de las realidades que se esperan, la prueba convincente de lo que no se ve.” Y esa fe, depositada en Dios, hace que las montañas se muevan, hace que aunque nuestra realidad diga NO hay un futuro que no vemos pero que Dios ya dijo SÍ. Nosotros solo debemos seguir confiando.
Por Federico Espínola, integrante del equipo Eldópolis