Tal vez estás preguntándote porque las cosas te salen tan mal….
La naturaleza puede enseñarnos acerca de las situaciones que estamos viviendo.
Todo comienza con una semilla para sembrar. Cuando alguien planta un naranjo, el resultado será cosechar naranjas. Cuando alguien planta una pequeña semilla de maíz, espera como resultado el maíz. Algunos dicen que cada tallo produce dos mazorcas de maíz y cada una de ellas puede llegar a tener más de 2800 semillas.
Hay una ley que muchas veces no la tenemos presente y es la ley de la siembra y la cosecha. Sin dudas si plantamos naranjas no van a salir sandias. El punto es que, en nuestra vida, a veces ignoramos por que nos suceden las cosas que nos suceden. Y tenemos la habilidad de olvidar lo que hemos sembrado.
La pregunta es, ¿Estas atravesando momentos difíciles, momentos en que todo parece estar en tu contra? Lo primero que hay que hacer es detenerse a pensar y recordar lo que hemos sembrado. Por ejemplo, recordar si en nuestro matrimonio hemos sembrado palabras que no han sido tan buenas, quizás en nuestra familia hemos sembrado actitudes que no han estado bien. Quizás en el trabajo hicimos mal las cosas conscientemente. Elegimos la mala semilla. De ser así, sin duda la cosecha será de la misma naturaleza que su semilla.
En el area que sea, en la economía, en las emociones, en las relaciones personales. Lo esencial es descubrir qué clase de semilla estamos sembrando. Y por lo pronto cuando descubrimos la semilla que sembramos solamente nos restara sembrar semillas en las cuales queramos ver buenos frutos. Es decir, si queremos disfrutar de días alegres, felices tenemos que elegir buenas semillas, sembrar para luego recibir sus frutos.
La Biblia dice que no podemos engañar a Dios , “Dios no puede ser burlado; pues todo lo que el hombre sembrare eso también segará” (Gálatas 6:7) esta ley se cumple en nuestras vidas. La conozcamos o no, eso no nos exime de sus consecuencias.
Tal vez estás viviendo la cosecha de malas semillas. Es el momento oportuno para determinarte, y comenzar a sembrar buenas semillas . Semillas que puedan dar buenos frutos, buenos resultados que traigan felicidad y alegría a tu vida.
No te engañes, Dios no puede ser burlado, lo que siembras vas a cosechar.