Movilizan desechos producidos por el cuerpo que se filtran desde la sangre y se eliminan a través de la orina, regulan la presión arterial, eliminan el exceso de líquido y generan hormonas esenciales. Esas son algunas de las funciones clave que ejercen los riñones en el organismo y que en casi 5 millones de personas en Argentina se ven deterioradas, aunque solo una de cada 10 lo sepa.
Contribuye a ese desconocimiento el hecho de que el daño ocurre durante años en el más absoluto silencio. Los riñones sufren a expensas de enfermedades muy prevalentes como la diabetes y la hipertensión y cuando finalmente empiezan a dar señales de alerta, ya es tarde.
Por eso, en el Día Mundial del Riñón, especialistas subrayan la importancia de visibilizar a este órgano muchas veces «olvidado» y de detectar y tratar en forma temprana a la enfermedad renal crónica (ERC).
Diabetes, hipertensión y enfermedad renal
Los riñones envejecen con nosotros, explica el médico nefrólogo Carlos Castellaro, profesor del Instituto Médico CEMIC. Se trata de un envejecimiento programático.
Si bien la enfermedad renal crónica puede presentarse a cualquier edad, su frecuencia aumenta con los años: 4 de cada 10 mayores de 65 años viven con algún grado de ERC.
«A partir de los 45 años declina normalmente mi función renal, a tal punto que me va a alcanzar para toda mi vida sin problemas en la medida que me porte razonablemente bien», dice Castellaro.
«Cuando me pasan cosas como la diabetes, la hipertensión, la obesidad, esa tasa de declinación se acelera dramáticamente. Y ese aceleramiento hace que en el corto plazo decline mi función real y llegue a la situación de requerir una máquina para sobrevivir (diálisis) y/o un trasplante, con todos los costos que eso implica (sanitarios, emocionales, económicos, ambientales)», alerta.
Esas «cosas» de las que habla Castellaro les pasan cada vez más a más personas: casi 7 de cada 10 están excedidas de peso, más de una de cada 3 tienen presión arterial alta, una de cada ocho tiene diabetes. Y suelen presentarse en «combo» (son comorbilidades), con consecuencias negativas para los riñones en particular y para la salud cardiovascular y metabólica en general.
Así lo muestran las estadísticas: el análisis conjunto de los datos de la última Encuesta Nacional de Nutrición y Salud y de la 4a Encuesta Nacional de Factores de Riesgo arrojó que el 23,4% de las personas con hipertensión, el 22,6% de las que viven con diabetes, y casi el 15% de las que tienen obesidad también tienen enfermedad renal crónica, que afecta al 12,7% la población adulta.
Castellaro habla de una involución. «Somos cazadores. Tenemos manos y pies para agarrar la comida que vamos a comer y, en definitiva, hoy optamos por quedarnos en el sillón, llamar al delivery, que venga la pizza, el helado».
«Estamos peor, estamos más gordos, más diabéticos, más hipertensos. Estamos pagando un precio. El riñón claramente paga ese precio», enfatiza.
«Son todas enfermedades silenciosas, no duelen y, como no duelen, no consultamos al médico», suma la especialista en nutrición Silvia Lapertosa, ex presidenta de la Sociedad Argentina de Diabetes (SAD).
Un estudio que la médica colideró hace varios años mostró que, en el caso de la diabetes, las personas recién diagnosticadas ya experimentaban complicaciones.
«La enfermedad renal crónica ya estaba presente casi en el 20% de los pacientes. También la enfermedad cardiovascular y hasta retinopatía.»
Por eso dice que «solo vemos la punta del iceberg» de un problema mucho mayor. Sobre todo porque son enfermedades que se ven a edades cada vez más tempranas. «Antes, la diabetes tipo 2 solo la veíamos en adultos, ahora la estamos viendo en niños», ejemplifica.
Qué es la enfermedad renal crónica: síntomas y factores de riesgo
La enfermedad renal crónica se caracteriza por el daño progresivo y la pérdida de la función de los riñones y se diagnostica cuando ese daño se observa por un período mayor a tres meses.
«Una persona puede perder entre el 80% y 90% de su función renal antes de experimentar algún síntoma», advierte la médica nefróloga Cristina Vallvé, integrante del Comité de Salud Renal de la Sociedad Argentina de Nefrología (SAN).
«Es una enfermedad que cursa de manera asintomática. Durante 15 o 20 años me voy rompiendo internamente, hasta que ocurre un evento y en ese momento ya es tarde. Entre los pacientes que entran a diálisis, que ya están con síntomas, en etapa 5, la mitad no sabe que tiene la enfermedad», añade Castellaro. «Y cuanto menos riñón tengo, más riesgo tengo de morirme.»
Los síntomas de la ERC generalmente aparecen cuando la enfermedad ya está muy avanzada. Algunos de ellos son: náuseas, vómitos, pérdida de apetito, fatiga, debilidad y problemas de sueño, cambios en la producción de orina, hinchazón de piernas y tobillos, presión arterial alta, confusión.
Cuando el diagnóstico se hace en esa etapa se considera tardío. «Solo el 11% de las personas evaluadas en la ENNyS sabían que tenían enfermedad renal crónica. El 89% restante no sabía que estaba condenado a una enfermedad en la que tenía algo para hacer», destaca Castellaro.
¿El problema? «Nadie los va a buscar, nadie los encuentra, nadie hace absolutamente nada», plantea.
Enfermedad renal crónica: cómo se detecta y la importancia de llegar antes
Identificar y tratar. Esa es la fórmula que, según los especialistas, ayudará a empezar a torcer la curva de la enfermedad renal crónica.
La ERC es una de las más fáciles de diagnosticar. Para la detección basta un análisis de sangre, en el que se evalúa la creatinina, y un examen de orina en el que se analiza si hay pérdida de proteínas. La creatininemia y la albuminuria tienen un costo que, al día de hoy, no supera los 500 pesos, precisa Castellaro.
Y cuestiona que, pese a ser una medida costo-efectiva, en la actualidad es indicada a «menos del 5% de la población».
Por eso, los especialistas coinciden en que cada vez que a una persona se le indica un estudio de laboratorio de rutina deberían medirse esos dos marcadores de la salud renal. No hacerlo es una oportunidad perdida de tamizar a la población para buscar la ERC y encontrarla en etapas tempranas.
Esos análisis, no obstante, son especialmente importantes en las personas que tienen mayor riesgo de presentar enfermedad renal.
Por lo tanto, quienes sí o sí deberían realizarse al menos un control anual para evaluar su función renal son quienes presentan uno o más factores de riesgo: hipertensión, diabetes, obesidad o ser mayor de 50 años. En la infancia, deben ser controlados quienes tengan alguna enfermedad renal congénita, hayan tenido síndrome urémico hemolítico o padezcan infecciones urinarias frecuentes.
Lapertosa menciona otros factores de riesgo para la enfermedad renal crónica: tener el ácido úrico elevado y el consumo frecuente de antiinflamatorios y analgésicos.
Para contribuir a una mejor identificación, registro y posterior manejo de las personas con ERC, la SAN y el INCUCAI firmaron un convenio en el que propusieron una serie de pautas para alcanzar ese objetivo. «El lema que nos guía para ejecutar estas ideas es ‘Hacer visible lo invisible’, situación que caracteriza a la ERC», afirmó Carlos Bonanno, presidente de la Sociedad Argentina de Nefrología.
«Y para eso, lo que haremos los nefrólogos será registrar -en un sistema informático- la condición de nuestros pacientes renales ya desde los primeros estadios de la enfermedad, de manera que los responsables de salud pública y también los especialistas puedan tener una idea mucho más acabada sobre su evolución y qué pacientes deben ser seguidos en forma detallada», añadió en un comunicado distribuido por la SAN.
«Este convenio, además, nos dará herramientas concretas para poder implementar una mejor política pública de salud renal preventiva, incluyendo la creación, en el mediano plazo, de consultorios interdisciplinarios (llamados ERCA), en todo el país, unidades que estarán dedicadas al tratamiento de estas patologías complejas», explicó.
Tratamiento de la enfermedad renal crónica
Al diagnóstico temprano le sigue otra medida clave: el tratamiento oportuno.
Es que a las personas que son detectadas en etapas precoces -cuando la enfermedad todavía no mostró síntomas- se les pueden indicar tratamientos específicos que evitan la progresión a insuficiencia renal crónica y a la necesidad de diálisis (tratamiento sustitutivo renal) y/o trasplante.
El abordaje de la ERC reduce también el riesgo cardiovascular, que es la complicación más severa y frecuente asociada al mal funcionamiento de los riñones.
«Una vez que se detecta la enfermedad en esa etapa, al paciente se lo empieza a cuidar de una determinada manera para que no progrese y no termine conectado a una máquina. Se indican medicamentos específicos para que la curva de declinación se acerque a lo más normal posible», comenta Castellaro.
Para Lapertosa, revertir lo que se considera la «crónica de una muerte anunciada» requiere un «cambio de paradigma» que involucra al sistema sanitario, a los profesionales de la salud y a los individuos y que requiere de una combinación de medidas: cambios en el estilo de vida, detección precoz, tratamiento de las complicaciones y mejor manejo de la hipertensión, la diabetes, la obesidad y la insuficiencia cardíaca con drogas cardioprotectoras.
Cómo cuidar los riñones: 8 reglas de oro
En la prevención, los hábitos saludables son fundamentales para cuidar la salud de los riñones. Desde la SAN, enumeran ocho «reglas de oro»
1. Controlar la presión arterial. Es una de las causas más frecuentes que alteran el funcionamiento de los riñones.
2. Controlar el nivel de azúcar en sangre. Es la primera causa de desarrollo de deterioro renal. Es importante que las personas con diabetes se realicen exámenes frecuentes de monitoreo de su función renal.
3. Seguir una alimentación saludable, rica en vegetales y controlar el peso, tratando de mantenerlo en parámetros adecuados. También es importante reducir el consumo de sal.
4. Mantenerse hidratado. El consumo de agua debe ser de alrededor de 1.5 o 2 litros diarios.
5. Realizar actividad física de forma habitual para mantenerse activo y en un peso adecuado. El ejercicio ayuda a reducir la presión arterial y mejorar el valor de la glucosa en sangre, por lo tanto, reduce el riesgo de ERC.
6. No fumar. El tabaquismo altera la circulación y, por lo tanto, puede afectar la función renal.
7. No utilizar fármacos que puedan dañar los riñones (no automedicarse).
8. Realizarse chequeos de rutina en forma periódica y en éstos solicitarle al médico que chequee la salud de sus riñones.