La vida es un regalo, es bella y todo es bonito hasta que lo rompen por dentro. Se encuentra con el abuso, el fracaso, el menosprecio, la traición, la desilusión y tantos otros primos de éstos.
Cualquiera sea el dolor necesita ser sanado, de lo contrario empezará a caminar más lento con el riesgo de estancarse.
Muchos siguen adelante pero con mochila de cemento. Dicen haberlo superado pero no tienen ni la más pálida idea de cómo seguir. Se nota porque ya no hay luz en sus ojos y las alas, las guardaron en el placar.
Lo más fácil es dejar que pase el tiempo y, si aún quedan lágrimas, llorar por los rincones. Esto puede durar meses, años. ¡Puede durar toda la vida que le quede! Sólo se irá cuando usted decida ponerle un punto final.
¿Sabía que perdonar y olvidar es un regalo que se hace a usted mismo? Muy por el contrario, la falta de perdón es el medio por el cual se une más a aquello que tanto odia.
Perdonar no es emoción. Es una decisión voluntaria.
La Biblia en varias oportunidades habla del perdón como una decisión fundamental para ser perdonados por el Padre. “…mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras ofensas.” Mateo 6:15
Pablo en una de sus cartas a las iglesias escribió:
“… Una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta …” Filipenses 3:13
¿Le suena? ¿Acaso no es lo mismo que hay que hacer para continuar? ¿Difícil…? Pida ayuda a Dios. Él lo acompañará en el proceso y haga lo que dice en su Palabra: dejar atrás lo que pertenece al pasado. Si hay algo que aprender tome nota, pero no traiga mochila. Suelte. Hágase este regalo. No pierda tiempo: Perdone, olvide, suelte la soga y siga