Este 8 de octubre, en Argentina, se celebra el Día del Profesor de Educación Física. Formados en áreas que enlazan desde la pedagogía hasta fundamentos científicos, los profesores de educación física son aquellos docentes capaces de enseñar tareas motoras y disciplinas deportivas que niños, adolescentes y adultos necesitan.
Sin embargo, el rol de los profesores de Educación Física excede a la actividad con el cuerpo y a la enseñanza en establecimientos educativos. La recreación, la conservación de la salud y la búsqueda del bienestar en general son, desde hace décadas, misiones importantes que ellos que llevan a cabo.
En el calendario argentino, hay un día especial para homenajear a los profesores de Educación Física: el 8 de octubre. ¿Por qué se celebra hoy?
El Día Nacional del Profesor de Educación Física se celebra el 8 de octubre porque en esa fecha comenzaron las primeras clases para capacitar a los docentes en esa disciplina en el país.
Conmemorar el Día del Profesor de Educación Física el 8 de octubre es algo relativamente nuevo. Aunque los registros sobre cuándo y cómo surge como efeméride no están muy claros, es posible que sea una propuesta de este siglo XXI.
Cuando el 8 de octubre de 2020, el Ministerio de Educación de la Nación, lanzó a través de sus redes sociales una felicitación a los profesores y profesoras de Educación Física instaló la celebración en el calendario. Para el doctor en Educación e investigador de la Universidad Nacional de Hurlingham (UNAHUR), Iván Orbuch, la iniciativa ministerial puede leerse como una manera de saldar una vieja deuda con esos profesionales de la educación.
Cursos que se empiezan a dictar en 1901
“Hay Educación Física desde el momento en el que hay docentes capacitados”, afirma Eduardo Galak. profesor de Educación Física y doctor en Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP). Y, en Argentina, ese hito tuvo lugar el 8 de octubre de 1901, cuando comenzaron los cursos para preparar específicamente en Educación Física a los maestros de escuelas.
La Argentina es, junto con Chile, uno de los países pioneros en incorporar la actividad física en la educación. “En el país, ha habido Educación Física desde que hay escuela”, marca Galak, que es investigador adjunto del CONICET y autor de trabajos como La construcción del currículum y del oficio de Educación Física en la Argentina y libros como Educar los cuerpos al servicio de la política, entre otros.
Hay que recordar que Domingo Faustino Sarmiento, que había abrazado las ideas progresistas de pensadores como Herbert Spencer, sostenía que la educación estatal debía basarse en tres pilares: intelectual, moral y físico.
La Generación del ’80, que gestó la Ley de Educación Común Nº 1420, en 1884, contemplaba la incorporación de una materia escolar, cuyo objetivo consistía en transmitir conocimientos ligados a la instrucción de ejercitaciones físicas y de normas referidas a la higiene del cuerpo y a la disciplina del movimiento.
Los cursos de capacitación para maestros de escuelas se iniciaron a raíz de que Pablo Pizzurno, un importante pedagogo de la época, le informó al ministro de Justicia e Instrucción Pública Juan Eugenio Serú que no existían en el país profesionales aptos para dar clases de Educación Física. “Hay que solucionarlo”, exigió con razón Pizzurno el 21 de septiembre 1901.
Denominados “Cursos teórico-prácticos de ejercicios físicos”, tenían una duración de dos meses y eran, además, complementarios de la formación. Y, comenzaron el 8 de octubre de 1901.
El año 1932, que circula en algunos medios y redes sociales, corresponde a una efeméride extranjera: se trata de la fecha de la creación de las primeras escuelas de Educación Física, pero de Perú.
En 1906, bajo la presidencia de José Figueroa Alcorta, se inauguró la Escuela Normal de Educación Física, en la Ciudad de Buenos Aires. En 1912, el nombre cambió a Instituto Superior de Educación Física.
Tanto la Escuela Normal como el Instituto estuvieron dirigidos por Enrique Romero Brest, un médico que venía trabajando con Pizzurno y que está considerado como el padre de la Educación Física en la Argentina.
Varias fechas para una actividad esencial
La gran mayoría de los profesores de Educación Física de la Argentina han festejado siempre su día en septiembre. Y tienen su historia y costumbre. Se sumaban a los festejos del Día del Profesor, que se realiza el 17 de septiembre, en honor a José Manuel de Estrada. O a la celebración por el del Día del Maestro, el 21 de septiembre, en homenaje a Domingo Faustino Sarmiento.
Como el Día de los Profesores de Educación Física no estaba claro, los festejos también se han venido haciendo en octubre. Y esto no solo por el 8 de octubre de 1901 que, como se mencionó, es la fecha en la que comenzaron los cursos de Romero Brest, sino que también se fueron sumando otros hechos de ese mismo mes a lo largo de la historia.
Uno de ellos fue la creación, el 30 de octubre de 1939, del Instituto Nacional de Educación Física. El otro, un decreto de 1942, que instituyó el Día de la Educación Física. A raíz de esta medida, cada último sábado de octubre y hasta 1955, se llevaron a cabo en la Argentina grandes manifestaciones de gimnasia y eventos coreográficos.
Sin embargo, estos eventos masivos –que se llamaban Fiesta de la Juventud o Fiesta Estudiantil y fueron aprovechados de manera espectacular por el peronismo– se realizaban en honor a la Educación Física y no a los docentes que se formaban en esa disciplina.
Y quizás porque octubre fue ganado peso a lo largo de las décadas es que, en la actualidad, el Instituto Romero Brest ––considerada la primera institución encargada de formar profesores de Educación Física en el país y referente a nivel académico en toda la región–– homenajee al profesor de Educación Física durante todo ese mes a través de jornadas, cursos y capacitaciones.
Esta confusión de fechas ha llevado a los especialistas en historia de la Educación Física en la Argentina a pensar una alternativa al 8 de octubre para celebrar el Día del Profesor de la Educación Física: el 9 de marzo.
El 9 de marzo de 1903, Enrique Romero Brest le solicitó al ministro de Justicia, Juan Ramón Fernández, que unificara bajo un mismo nombre a todas las actividades que se referían al movimiento y no tanto al saber científico que, tanto fisiológico como higiénico, implica el concepto de educación física.
Relata el profesor Eduardo Galak: «Hasta ese momento, en las escuelas convivían nombres tan variados, como “calistenia”, “gimnasia”, “gimnástica”, “ejercicios físicos” e, incluso “ejercicios militares”, un nombre propuesto por Domingo F. Sarmiento».
Cuando eso sucedió, la educación física ––cualquier práctica que suponga una utilización manual o corporal–– tomó otra forma. Al incorporar esas prácticas a la pedagogía institucional e integrarlas orgánicamente en la currícula como materia, pasó a ser Educación Física, con mayúsculas.
Educación física y calidad de vida
La carrera de Educación Física puede estudiarse en varias instituciones del país. Dura cuatro o cinco años, según el establecimiento. En CABA, hay escuelas secundarias con orientación en Educación Física, ideal para quienes seguir estudiándola a otro nivel académico.
“El profesorado forma para la escuela y para los clubes, pero la incumbencia laboral de los docentes de Educación Física es múltiple: somos complemento en muchos equipos, ya sea en el ámbito de salud hasta, incluso, en la realización de eventos. ¡Siempre hay un profesor de Educación Física en diferentes estructuras!”, explica la licenciada en Educación Física Mercedes Semhan, rectora en ISEF Nº 1 Dr Enrique Romero Brest.
De la mano de un profesor de Educación Física, se mejora la calidad de vida. De allí que la figura del profesor de Educación Física se valore cada vez más.
“Hay estadísticas realizadas en CABA que indican que solo el 3% de población hace actividad física de manera sistemática. Como docentes, nuestro desafío es motivar: mostrarle a la gente que es posible otro estilo de vida. Cuando el aprendizaje creativo y significativo, el cerebro lo incorpora. Si le damos los estímulos correctos, si generamos huellas motoras –tal como dicen las neurociencias–, y logramos que la actividad física se vincule con el placer, vamos a poder instalar un hábito saludable en las personas”, concluye Mercedes Semhan.