Uno tiende a creer que la esclavitud o trata de personas son problemas de un pasado lejano que no tienen lugar en el mundo de hoy. Pero no hay que irse atrás en el tiempo o a países tan marginales para conocer estas situaciones de atentado a la humanidad y libertad de las personas.
Existen millones de personas en el mundo que son privadas de su libertad y obligadas a trabajar en condiciones forzosas e insalubres. Muchos de ellos son niños. Suele señalarse a las industrias textiles, pero también sucede en el ámbito rural. Por eso, el 30 de julio se celebra el Día Mundial contra la Trata de Personas.
En una edición especial del programa «Buscale la vuelta» de Melania Schick en Eldópolis Radio 106.3, se revela la impactante historia de superación de Eli, una víctima de trata cuya valentía y determinación la llevaron a reconstruir su vida tras años de explotación y abuso.
Eli decidió compartir su historia para ayudar a otras personas que puedan estar enfrentando situaciones similares.
Una historia real
– Contame, ¿Cómo era tu vida antes? Hablame un poco de tu infancia y adolescencia, lo que recuerdes.
– Nosotros éramos muy humildes y yo no entendía nada de la vida. Nunca tuve una educación. No sabía lo que era tener una pareja, nada. Después falleció mi mamá y nos quedamos solos, mi hermana, mi hermano y yo. Nos peleamos con mi hermana y me tuve que ir de la casa. Luego, conocí a mi novio, quedé embarazada y tuve a mi primer hijo. Cuando mi hijo era chico, conseguí un trabajo en Puerto Libertad como moza y ayudante de cocina. Ahí empezó mi calvario, mi infierno.
– ¿Tenías título secundario o no llegaste a terminar?
– No, nunca terminé la primaria.
– ¿Por qué no pudiste estudiar?
– No teníamos materiales para ir a la escuela. Lo único que hacíamos era trabajar en los yerbales y juntar madera. Yo lavaba ropa en casas ajenas hasta que conseguí el trabajo de moza y ayudante de cocina. Ahí conocí a una pareja que me ofreció un trabajo en Corrientes. No sabía que existía la trata de personas.
– ¿Cuántos años tenía tu hijo y cuántos tenías vos en ese momento?
– Mi hijo tenía alrededor de un año y yo tenía 17 años. Ellos me ofrecieron 1500 pesos al mes, mucho más de lo que ganaba, y acepté. Me llevaron a Corrientes sin saber que me estaban engañando.
– ¿Cómo fue el viaje y la llegada a Corrientes?
– El viaje fue bien, eran muy amables. Me dieron ropa y querían que saliera a trabajar con esa ropa. No quería salir porque no entendía lo que estaba pasando. Me subieron a un auto y me llevaron a otro lugar. Me quitaron a mi hijo y me obligaron a trabajar en condiciones terribles.
– ¿Cómo era el lugar donde te llevaron?
– Era grande, con muchas habitaciones. Teníamos que compartir la habitación con otras chicas. No podíamos salir y nos obligaban a tomar alcohol. Nos cobraban por todo, incluso por el agua y la luz.
– ¿Intentaste escapar alguna vez?
– No podía dejar a mi hijo. Un señor me ofreció ayuda, pero no podía irme sin mi hijo. Finalmente, después de mucho tiempo, la policía llegó y me rescataron. Pero volvieron a llevarnos al mismo lugar de cautiverio.
– ¿Cómo lograste finalmente escapar?
– No entré al lugar, me fui a buscar mi hijo y la mujer de uno de los que manejaba el grupo, a escondidas, me dijo que no me quería ver más ahí, que nunca vio a una mamá que ame tanto a su hijo. Me dio ropa, leche, y me pagó el pasaje de vuelta a Misiones
– ¿Qué pasó con tu hijo?
– Logré recuperarlo. Me dijo que no volviera al lugar donde me habían llevado, y logré irme con mi hijo. Fue un momento muy difícil, pero tuve fe y seguí adelante.
– Eli, entiendo que tuviste una experiencia difícil con una pareja violenta. ¿Podrías contarnos un poco más sobre cómo era esa situación?
– Sí, esa persona resultó ser violenta. No me dejaba ir a trabajar sin él y, si yo no iba, él tampoco iba. Trabajábamos en los yerbales, macheteando, pero siempre me mandaba a mí. Hasta que un día me cansé y quise irme, pero él no me dejaba salir.
– ¿Cómo te impedía salir?
– Cerraba la puerta y no me dejaba salir. Me decía que si quería irme, que me fuera, pero me quitaba a los chicos. No podía irme sin mis hijos, tenía dos en ese entonces.
– ¿Qué pasó después?
– Un día, mientras lavaba ropa en el arroyo, me empujó al agua de una patada sin razón alguna. No sé nadar y tengo pánico al agua. Otro día, me tiró un parlante para desfigurarme la cara, y aún tengo la cicatriz. Lo denuncié, pero no pasó nada. Las autoridades no hicieron nada, me dijeron que debía arreglar las cosas con mi marido.
– ¿Cómo lograste finalmente salir de esa situación?
– Conoció a un hombre y me mandó a Bahía Blanca, me vendió para trabajar en la noche. Me quedé allá sin saber nada hasta que un día, el hombre me dejó escapar. Corrí hasta que encontré a alguien que me ayudó. Volví a casa, pero mi marido seguía maltratándome. Finalmente, me fui con mis hijos y busqué refugio en la casa de mi hermana.
– ¿Qué ocurrió después?
– Viví con mi hermana un tiempo, pero mi marido no me dejaba en paz. Me amenazaba y rondaba la casa. Finalmente, decidí mudarme a otra provincia y empezar de nuevo. Encontré trabajo, pero la situación siempre fue difícil.
– ¿Cómo lograste establecerte finalmente?
– Fui de un lugar a otro con mis hijos, siempre trabajando en lo que podía. Finalmente, en 2011, encontré un lugar en Misiones donde pude construir una casa. A pesar de las dificultades, siempre confié en Dios y pedí un lugar tranquilo para vivir con mis hijos. Ahora, gracias a Dios, tengo un lugar donde estar en paz.
– Eli, tu historia es muy conmovedora y muestra una gran fortaleza. Gracias por compartir tu experiencia con nosotros.
– Gracias a ustedes por escucharme. Espero que mi historia pueda ayudar a otras personas que estén pasando por situaciones similares. Mi frase es: La fe mueve montañas