Cada 26 de enero se celebra en todo el mundo el Día Mundial de la Educación Ambiental. Esta fecha busca generar conciencia sobre la importancia de preservar y proteger el ecosistema y de involucrarse en iniciativas globales para su conservación.
La Educación Ambiental cumple un rol central en este sentido dado que permite producir conocimientos y modelar conductas y acciones para la protección de los recursos naturales y el entorno natural. En primera instancia, es fundamental explicarle a la sociedad que el medio ambiente no posee una fuente inagotable de recursos y que se trata de un ecosistema vulnerable.
También es de vital importancia concientizar a la gente respecto de los daños y amenazas ambientales que enfrenta el planeta actualmente. Este es el caso, por ejemplo, del cambio climático, las inundaciones, la tala y poda indiscriminada, los incendios forestales, o incluso la extinción de especies de flora y fauna.
Esta efemérides también permite recordar la relevancia de generar estadísticas medioambientales para tener en cuenta a la hora de tomar decisiones, así como también incentivar la participación de los gobiernos en el diseño de políticas públicas para mitigar el efecto de la acción humana sobre el ecosistema.
Originalmente, el Día de la Educación Ambiental se celebraba el 5 de junio, según lo establecido en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente Humano del 16 de junio de 1972. En aquella oportunidad, también se aprobó la Declaración de Estocolmo sobre el Medio Ambiente Humano, que reivindicaba el papel de la educación en la conservación del medio ambiente.
Posteriormente, durante el Seminario Internacional de Educación Ambiental ─que se desarrolló en Belgrado entre el 13 y el 22 de octubre de 1975─, se modificó la efeméride para que se celebrara cada 26 de enero. Durante este evento, se emitió la Carta de Belgrano, un documento elaborado por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente y que define metas y directrices para la educación ambiental a nivel mundial.