Mié, 18 de septiembre de 2024
Eldorado Motivación

«Donde come uno, comen diez»: Una madre con un amor inagotable

En diálogo con el programa «Buscale la Vuelta» de Melania Schick en Eldópolis Radio 106.3, Carolina compartió detalles sobre su vida y su inusual pero amorosa familia. «Tengo unos cuantos hijos, a veces pierdo la cuenta porque algunos son pasajeros. En total tengo 10 hijos, de los cuales 3 son biológicos míos», comenzó relatando.

La historia de Carolina (49) no es típica. «Llegar a esto fue por circunstancias de la vida. Desde muy chicos, mis hermanos y yo, quedamos solo con mi padre y él tuvo muchas falencias, nos hizo falta mucha enseñanza de una madre», explicó.

Una de sus hermanas dejó a sus hijos a su cargo debido a problemas personales. «En ese momento yo ya tenía a mis tres hijos biológicos y se sumaron de a poco, a través de los años. Ahora solo tengo a nenes de mi hermana, tenía a otros chicos a cargo pero se fueron con sus familias a Buenos Aires».

A pesar de los desafíos, Carolina nunca se dejó vencer por el miedo. «Nunca tuve miedo de que les falte algo como alimento y ropa, nunca me puse a pensar en que no iba a poder, siempre tuve fe en Dios. Además, donde come uno, comen diez«.

La experiencia de crecer sin una madre presente dejó una huella profunda en Carolina, lo que influyó en su decisión de asumir la responsabilidad de más niños. «Las falencias que tuvo mi familia, cuando mi mamá se fue, me marcó para siempre. Por eso no quise que le falte una mamá a esos chicos. En sí mi madre estaba viva pero ella tuvo problemas y nos dejó con mi papá. El padre te puede dar todo, en lo económico, pero hay cosas en las que hace falta una madre».

«Mis hijos biológicos, gracias a Dios, nunca fueron mezquinos con los demás chicos, se compartían las cosas. Lo que no le quedaba a uno se lo daba a otro, siempre compartieron todo entre todos».

Su pareja, Francísco Morales, también fue un apoyo fundamental en su vida. «Dios me hizo estar con una persona mucho más grande que yo, que tiene 71 años, pero trabajador, el cual solo tiene una hija conmigo. Es mi compañero, es padre para todos. Sin él no podría».

«Me puse a trabajar como prestadora de servicios por medio de un programa y por esto la gente me critica pero a veces es necesario. Vendí ropa, hice artesanías y así. También hay gente de buen corazón que nos ayudó. Ahora estoy con una huerta en mi casa».

«Soy muy feliz y no me arrepiento, nunca. Si pudiera volver el tiempo atrás los volvería a tener a todos y tendría más chicos», concluyó. Su historia es un testimonio de amor incondicional y resiliencia, dejando claro que para ella, la familia no se define por la biología sino por el corazón.