El 25 de octubre se conmemora el reconocimiento al derecho a la inclusión social, la igualdad y el respeto a los derechos humanos de las personas afectadas por alguna forma de enanismo, un padecimiento que puede originarse en patologías de distinto tipo, incluyendo algunas desconocidas en sus orígenes para la ciencia. Hay aproximadamente 200 índoles de tipologías de personas de talla baja, la mayor parte de causas no establecidas aun científicamente.
Los términos “enanismo”, «enano» y «enana», son considerados agresivos y peyorativos para estas personas que son iguales a todos los demás, reciben constantes muestras de desprecio, sufriendo exclusión social, escolar, cultural y laboral. Debemos referirnos a ellas como niñas, niños, mujeres y hombres de talla baja.
Hoy en día hay miles de personas que luchan por alcanzar la inclusión laboral, social y escolar, en un mundo que está hecho para personas de estatura promedio, por lo que, realizar actividades de lo más común les significa verdaderos retos.
El 7,3% de los niños de Argentina tienen trastorno de talla baja
La estatura no es una cuestión sólo estética en un niño, puede involucrar su salud y la consulta médica al respecto es fundamental para detectar problemas de crecimiento. Los signos que pueden hacer sospechar de algún problema son varios y de la rápida consulta con un especialista y un eficaz diagnóstico dependerá que el tratamiento tenga mejores efectos.
Es una condición que en Argentina afecta al 7,3% de los niños, lo que representa una proporción de 1 cada 14 recién nacidos. El 10% no recupera espontáneamente la talla y debe ser controlado por un endocrinólogo pediatra para evaluar la causa del retraso de crecimiento y decidir el tratamiento necesario. Al 90% restante, se le debe hacer seguimiento, porque pueden presentar complicaciones a corto y largo plazo, como alteraciones metabólicas e hipertensión arterial.
La baja talla en sí no es una enfermedad, es un síntoma, es una manifestación externa, visible, que está indicando algo interno. Definir la causa, entonces, es una de las tareas iniciales. Corrigiendo o atendiendo la causa, en determinados casos se puede mejorar el síntoma.
La etapa conocida como primera infancia, que va desde el nacimiento hasta los tres años, se caracteriza por un crecimiento rápido. Es una etapa de riesgo, sensible a las carencias nutricionales, a infecciones y a otras enfermedades, como diarreas, enfermedades respiratorias y parasitosis, entre otras. En tanto, en la segunda infancia, que se inicia a los tres años y se extiende hasta el comienzo de la edad puberal, la velocidad de crecimiento se mantiene constante, pero se producen cambios muy importantes en la motricidad fina y en la adquisición de conocimientos.
Algunos trastornos del crecimiento, detectados a tiempo, pueden ser tratados mediante la terapia de reemplazo de la hormona de crecimiento recombinante humana, que les permitirá a los niños alcanzar una talla cercana a la que hubiesen tenido de no haber presentado la causa que desencadenó el trastorno. La medicación puede indicarse a partir de los 4 años, hasta al final de la adolescencia, cuando se alcanza determinada maduración esquelética, Consiste en la administración diaria durante varios años de un medicamento inyectable, cubierto al 100% por el Plan Médico Obligatorio (PMO). Generalmente, con el tratamiento hormonal la ganancia de talla adulta en mujeres es de unos 8 centímetros y en varones, entre 9 y 10 centímetros