Invitada por Melania Schick al programa “Búscale la Vuelta” de Eldópolis Radio 106.3, la cantante Ivone Graef contó por qué se bajó de los escenarios, la historia de amor con su pareja Alejandro y cuál es su motivación para cantar hoy.
Desde muy chiquita se le abrió una puerta en el mundo de la música. “El éxito con el canto me llegó como de pusuca, yo tenía nueve años, me cantaba todas las canciones de Raffaella Carra, me sabía las coreografías” expresó Ivone. Su madre, vio la veta de artista y la envió a clases de ballet, danza clásica, folklore y clases de teatro.
En la cima de su carrera, Ivone desapareció de los escenarios. “Perdí un montón de cosas que eran importantes para mí, que me llenaban. El momento en que estás ahí y la gente te aplaude y canta con vos. Sentir esa conexión, es lo mejor que uno puede lograr,” comentó. El ritmo de hacer 4 shows por noche de una hora, en distintas localidades era extenuante para una joven de 17 años: “no te da el cuerpo, estas cansada, necesitás dormir. Soy alérgica y con 45°, me pasó estar detrás del escenario con el oxígeno porque necesitas aire” rememoró.
“No es lo mismo que se te rompa la cuerda de la guitarra y la cambias, a que tu voz no responda porque tenés una afonía, el cantante no puede fallar”. Al dejar los escenarios se dedicó a la actividad comercial.
Un día el amor golpeó la puerta de Ivone y cambió su destino totalmente. “Después de 30 años, yo con más de 40 años. Estaba trabajando en Resistencia, viviendo otra vida, fuera de la provincia de Misiones y me aparece una invitación en el Facebook del “Ale”, así que acepté la invitación. “¿Te acordás que éramos novios?” me dijo”.
Ivone Graef y Alejandro Fleischer fueron novios cuando tenían 11 y 12 años respectivamente.
Ivone iba a sexto grado y él a séptimo. Ella siempre usaba el pelo corto, jugaba al básquet y se peleaba con todos los varones, cero femenina. Después Alejandro se fue a estudiar al Liceo en Posadas. “Yo lo único que me acuerdo es que él me gustaba y que fue a tomar varias veces tereré a casa” afirmó ella.
Alejandro, dueño de una memoria prodigiosa si recuerda con lujo de detalles el reencuentro: “a las 16:45 horas del 28 de diciembre, día de los inocentes, llegué al departamento donde ella estaba. Hacía 30 años que no la veía, que no sabía cómo era su carácter, como era su fisonomía. Yo le hablé por teléfono y le mandé mensajes. Tenía que encontrarla antes de que entre a trabajar, le dije que iba a llevarle un obsequio. Ella baja del departamento, yo la miro después de 30 años y para mí estaba igual, le agarré de la mano y le dije “Vos vas a ser mi mujer, gringa” expresó emocionado.
“¿Qué mujer no se enamoraría?, me trajo chocolates, me hizo todo un show.” Los primeros tiempos el romance fue telefónico e Ivone se cuestionaba: “¿qué estamos haciendo?, Estamos a 750 km de distancia, yo más o menos tengo mi vida armada. Estaba haciendo carrera, porque se jubilaba mi gerente y yo podía asumir. Todo eso pasaba por mi cabeza, pero latió mi corazón. ¡A los seis meses estaba viviendo con él! y hace siete años que estamos juntos” afirmo Graef.
Con la posibilidad de crecer personalmente en lo económico, Ivone eligió el amor en su vida. “Cuando tenés lo material y te das cuenta de que no tenés con quién compartirlo, no te sirve. Falta algo, por más logros que tengas y por más plata que ganes, no llena” manifestó la cantante.
Alejandro, que ya había estado en pareja, con la cual mantiene una buena relación por su hijo. Fue una de las personas que ayudó a Ivone a volver a cantar. Si bien Graef pasó mucho tiempo sin cantar nunca estuvo alejada del arte ya que dibujaba, bailaba, tejía, todo lo que tiene que ver con la expresión: “para que te salga bien y guste, tenés que sentirlo. Si no lo sentís, no te gusta, tampoco logras esa conexión con el público” expresó.
Ivone trabajó mucho sobre las razones por las cuales no quería cantar, ya que “todas las veces que podía zafar de hacerlo, lo hacía. Era como un auto boicot”.
Consciente de su don sabe que puede llevar alegría a la gente y que para eso debe sentirla, estar bien consigo misma. “El día que pueda cantar a Dios con la emoción que me genera, sin llorar, ese día me subo al escenario. Hoy no canto por plata, canto en los lugares donde me siento bien” finalizó.