Nota de reflexión por Daniela Rivas *
En medio del torbellino de emociones negativas que parecen dominar nuestras interacciones cotidianas, existe un rayo de esperanza que emerge con fuerza en la ciudad de Eldorado: su inquebrantable solidaridad.
Es innegable que vivimos en una época donde la agresividad, la crítica despiadada y el individualismo parecen ganar terreno, eclipsando muchas veces las virtudes más nobles de nuestra naturaleza humana. La furia, el odio y la falta de respeto inundan las conversaciones y acciones, dejando poco espacio para la compasión y la amabilidad.
Sin embargo, a pesar de este panorama, Eldorado sigue siendo un faro de solidaridad. Y, me parece un buen momento para recordarlo, ya que en los últimos días (y meses) resaltaron los hechos de violencia verbal y física. Desde tiempos inmemoriales, esta ciudad fue reconocida por la generosidad y el apoyo mutuo entre sus habitantes. En momentos de crisis y dificultades, la comunidad se une de manera ejemplar, demostrando que la empatía y la colaboración son valores arraigados en su identidad.
Es en estos gestos de solidaridad donde encontramos la verdadera esencia de Eldorado. Desde las pequeñas acciones cotidianas hasta las grandes iniciativas comunitarias, cada muestra de apoyo y comprensión fortalece el tejido social y resalta la belleza de la humanidad.
En un mundo cada vez más dividido y polarizado, la solidaridad de Eldorado es un recordatorio poderoso de que el hacer el bien se destaca sobre todo. Es un llamado a cultivar la empatía y el respeto mutuo en nuestras interacciones diarias, recordándonos que, incluso en los momentos más oscuros, la luz de la solidaridad puede guiar nuestro camino hacia un futuro más justo y humano.
«No te niegues a hacer un favor, siempre que puedas hacerlo. Nunca digas: «Te ayudaré mañana», cuando puedas ayudar hoy» consejo del Libro de la Vida.
* Profesora en Lengua y Literatura. Redactora periodística. Ciudadana de Eldorado.