Mariano Hernando, profesor de Educación Física y entrenador del equipo de rugby «Los Toros» formado por internos del Complejo Penitenciario III de Eldorado, dedicó estos últimos años a un proyecto que busca transformar las realidades de personas privadas de su libertad. A través de «Tacleando Muros», un programa deportivo que combina la formación física con el desarrollo personal, Hernando trabaja incansablemente para ofrecerles a los internos una oportunidad de reinserción social, basada en el respeto, la educación y los valores del deporte.
En una entrevista realizada en el programa «Buscale la Vuelta», conducido por Melania Schick en Eldópolis Radio 106.3, Mariano compartió su visión acerca de la importancia de su trabajo. Nacido en Eldorado, regresó a su ciudad natal después de completar sus estudios en La Plata. Desde entonces, ha enfocado su energía en devolver algo valioso a su comunidad. «Quiero darle algo a Eldorado desde donde se puede», explicó.
El programa «Tacleando Muros» se fundó con la intención de ofrecer a los internos más herramientas para que, al salir en libertad, lo hagan preparados. «Que salgan con estudios completos, capacitándose en oficios, con una revisión espiritual y una buena formación deportiva», detalla Mariano, quien cree firmemente que el deporte puede ser un vehículo de cambio para estas personas. Al integrar todos estos elementos, Hernando asegura que se aumentan las chances de que no reincidan en delitos y puedan reinsertarse en la sociedad de manera productiva.
Mariano comenzó este proyecto en 2016, inspirado por la experiencia de ver cómo el rugby funcionaba en cárceles de La Plata, donde estudió. Allí se dio cuenta del poder transformador del deporte, especialmente para liberar tensiones y canalizar la energía de manera positiva. «El deporte tenía mucho poder de convencimiento», dijo, al referirse a los internos que participaban. Sin embargo, él llevó la idea un paso más allá. Su propuesta no se limitaba a jugar rugby, sino a trabajar con valores que promovieran la resolución de conflictos de manera no violenta y fomentaran el respeto tanto entre los internos como hacia el personal del Servicio Penitenciario.
A pesar de que al principio hubo ciertos prejuicios sobre el uso del rugby –considerado por algunos como un deporte violento y de clase alta–, Mariano logró demostrar lo contrario. El rugby, para él, era la herramienta perfecta para conectar con los internos y guiarlos hacia un cambio positivo. «Costó desmitificar eso, pero pudimos captar más personas con el rugby que con otros deportes», explicó.
Uno de los logros más destacados del programa es el cambio en la dinámica de liderazgo dentro del penal. Antes, los líderes eran aquellos que imponían su poder mediante la violencia. Sin embargo, Mariano ha visto cómo, con el tiempo, los líderes ahora son quienes destacan en estudios, en su comportamiento como compañeros y en su compromiso con el entrenamiento físico. «Hoy, los que lideran el proyecto son los que han alcanzado niveles más altos de estudio y los que más ayudan a los demás», dijo con orgullo.
Además, el proyecto no se limita solo al ámbito deportivo. Mariano mencionó cómo los internos han comenzado a participar en actividades de servicio comunitario, incluso mientras están en prisión. A través de un taller de costura, por ejemplo, confeccionaron pantuflas y sábanas para los niños internados en el hospital local, lo que refleja su deseo de contribuir positivamente a la sociedad desde ya.
El profesor también reconoció que el proceso de reinserción no es fácil y que, una vez en libertad, los desafíos son muchos. «Cuando salen, se encuentran con limitantes del contexto, de sus familias, del trabajo. Ahí está la clave», sostuvo, destacando la importancia del empleo y la educación para evitar la reincidencia.
A lo largo de los años, Mariano ha recibido muchas muestras de gratitud, tanto dentro como fuera de la cárcel. Relató una anécdota conmovedora durante un encuentro espiritual, en el que uno de los internos le dijo: «Mariano, vos tenés una luz diferente. Gracias por venir acá». Humilde como siempre, respondió que su luz solo sirve si logra encender otras luces. «Es mucho más importante hacer brillar a muchos que brillar solo», reflexionó.
A pesar de los desafíos y momentos difíciles, Mariano nunca ha considerado abandonar su misión. Aunque a veces se replantea sus expectativas, entiende que el impacto que está logrando es significativo. «Es un montón lo que estamos haciendo», afirmó. Para él, la cárcel no debe ser vista como un lugar al margen de la sociedad, sino como parte de la comunidad de Eldorado, y por eso aboga por una mayor participación de la sociedad en estos proyectos.
En su mensaje final a la comunidad de Eldorado, Mariano invita a dejar de lado los prejuicios y animarse a colaborar. «Cuando uno ayuda, piensa que le está dando algo al otro, pero en realidad recibe mucho más de lo que da», concluyó, convencido de que la clave para una mejor sociedad está en construir vínculos y no invisibilizar a aquellos que viven en contextos marginales.