Sáb, 7 de septiembre de 2024
Motivación

Valorando la tristeza

Dentro de la cultura cristiana por decirlo de alguna manera, está mal visto que una persona esté triste, llorar, sino es por un toque del Espíritu Santo, nos parece que es un acto de una persona que no tiene fe.

Sin embargo el llanto tiene unas ventajas incluso para nuestro propio organismo

1) Reduce el estrés: El llanto es terapéutico porque alivia tensiones, sirve para desahogarte y, luego, sentir mayor tranquilidad.

2) Incrementa el metabolismo cerebral: Al llorar, tu cerebro recibe un 30% de toda la sangre que el corazón bombea al cuerpo. Es la única emoción que logra ese incremento: aumenta el gasto energético y la frecuencia respiratoria para oxigenar al cerebro. Por esa razón, sentís más cansancio y bienestar ya que, al terminar, el cerebro libera endorfinas que te tranquilizan y generan la sensación de esperanza y fe.

 3) Te humaniza: Cuando lo hacés o estás frente a una persona llorando, compartís un momento en el que se presenta mayor empatía y apoyo.

4) Tomás conciencia: Al liberar el llanto, estás enfrentando algo que sentís o te sucede. De esta forma, podés identificarlo y trabajarlo para lograr resolverlo. Es importante que reconozcas y puedas exteriorizar tus sentimientos.

5) Podés prevenir otras enfermedades: Es posible aliviar el dolor si no reprimís tus lágrimas cuando tu cuerpo lo necesita. De lo contrario, podría manifestarse en forma de depresión y poner en peligro tu salud física.

Seguramente cuando los corintios recibieron esta carta del apóstol Pablo, sintieron una gran tristeza y alguno habrá derramado lágrimas, pero esa tristeza fue el catalizador en la iglesia para el arrepentimiento.

Si bien los entristecí con mi carta, no me pesa. Es verdad que antes me pesó, porque me di cuenta de que por un tiempo mi carta los había entristecido. Sin embargo, ahora me alegro, no porque se hayan entristecido, sino porque su tristeza los llevó al arrepentimiento. Ustedes se entristecieron tal como Dios lo quiere, de modo que nosotros de ninguna manera los hemos perjudicado. 10 La tristeza que proviene de Dios produce el arrepentimiento que lleva a la salvación, de la cual no hay que arrepentirse, mientras que la tristeza del mundo produce la muerte. 11 Fíjense en lo que ha producido en ustedes esta tristeza que proviene de Dios: ¡qué empeño, qué afán por disculparse, qué indignación, qué temor, qué anhelo, qué preocupación, qué disposición para ver que se haga justicia! En todo han demostrado su inocencia en este asunto 2 Corintios 7: 8-11.

Remordimiento proviene del latín “remordere” que significa volver a morder y del sufijo “miento”, que indica efecto o acto. Cuando albergamos remordimientos en nuestra consciencia, estamos psicológicamente mordiéndonos de nuevo, nos fustiga por algo que hicimos o dejamos de hacer. En este sentido, el remordimiento se caracteriza por varias dimensiones:

  • Nos instala en el error o equivocación del pasado en el que no podemos hacer nada, desconectándonos del momento presente
  • Genera un sentimiento de culpa y vergüenza en el que nos sentimos malos y no merecedores de la vida
  • Encierra la mente en un bucle de negatividad.

El arrepentimiento consciente consiste en acercarse a nuestros errores para no volver a repetirlos.  El arrepentimiento se caracteriza por:

  • Nos facilita el fijarnos en el error del pasado, para determinarnos a no repetirlo
  • Nos permite aceptar el pasado, a modo de a lo hecho, hecho está.
  • Nos pone en contacto con nuestra naturaleza imperfecta y con aquello que necesitamos aprender.

Arrepentimiento se traduce de la palabra griega Metanoia. Dar vuelta cambiar de dirección.

Los chinos, aunque tienen un calendario, consideran el comienzo del año al cumpleaños de una persona. En algún lugar del mundo hay una persona que hoy esta cumpliendo años, así es el momento ideal, para que arrepentido te puedas acercar a Dios, a través de Jesús.

14 Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión. 15 Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. 16 Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro. Hebreos 4: 14-16