Por: Laura Lapalma, integrante del área de Biodiversidad en FARN; y Nicolás Lodeiro Ocampo, director ejecutivo de la Red Yaguareté
Llegar por tierra a las Cataratas del Iguazú es sin dudas una experiencia singular, inmiscuirse en las rutas que atraviesan la frondosa selva misionera es el anticipo del gran espectáculo natural que se avecina. A ambos lados del camino, emergen a la vista del visitante, innumerables carteles que nos hacen saber que se está en pleno territorio yaguareté. El felino silvestre más grande de América y el tercero en tamaño a nivel mundial. Esta especie está en peligro crítico de extinción en nuestro país y encuentra en el norte de la provincia de Misiones su mejor reducto.
Sin embargo, esta visión romántica se cae a pedazos si se ajusta el foco. El territorio del yaguareté originalmente llegaba hasta el norte de la Patagonia y hoy se encuentra reducido en un 80% a causa de los desmontes y la caza por diversión o debido a sus depredaciones al ganado o -hasta hace unas décadas atrás- por el valor de su hermosa piel, según datos del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible de la Nación. Actualmente, la Red Yaguareté estima que quedan menos de 250 yaguaretés en todo el país, alrededor de 100 de ellos habitando la selva misionera. Pero una amenaza más moderna los está poniendo en jaque: los atropellamientos ocasionados por los excesos de velocidad en la circulación vehicular, especialmente en los tramos de rutas que conducen hacia atractivos turísticos masivos, como son las Cataratas de Iguazú.
En la legislación argentina, el yaguareté tiene la máxima protección legal, habiendo sido incluso declarado “Monumento Natural”, tanto por su excepcional valor para la biodiversidad como por su valor cultural. A nivel internacional, el Convenio sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres tiene al yaguareté en su Apéndice I, destinado a aquellas especies que se encuentran “en peligro de extinción” a nivel mundial.
A pesar de que la normativa impone una velocidad máxima de 60 km/h dentro de las áreas protegidas, los radares desplegados por la Fundación Red Yaguareté han demostrado en reiteradas oportunidades que el 97% de los vehículos no la respeta. Y no sólo eso, ¡no existen sanciones!
Circular a una velocidad mayor a la estipulada por estas rutas, significa la imposibilidad de frenar a tiempo ante la aparición repentina de fauna nativa que circula por lo que es, actualmente, el escaso remanente de sus territorios naturales, seguido por la embestida y muerte del animal. De este modo, solo en esta parte de Misiones ya hemos perdido al menos seis yaguaretés en los últimos diez años, entre ellos una cría joven y una hembra preñada de dos cachorros.
Pero no sólo yaguaretés, todos los años mueren tapires, pumas, ocelotes, venados y también aves como tucanes, lechuzas, entre otros. En efecto, se estima que 3000 animales silvestres mueren atropellados en la Ruta Nacional 12, la Ruta Nacional 101 y la Ruta Provincial N°19, que son las que atraviesan las áreas protegidas más importantes.
Al momento, se han ensayado dos medidas para abordar la problemática, sin mayores resultados: los llamados “pasos de fauna” que han servido para el cruce de algunas pocas especies, pero no utilizados por yaguaretés; y el control de velocidad con radares, que se ubican en sitios específicos, ya sean fijos o móviles. Los vehículos reaccionan solamente ante la presencia de estos radares unos metros antes y unos metros después. Luego, al pasar el radio de captación, vuelven a acelerar.
Es urgente que las autoridades nacionales y provinciales controlen las velocidades en todos los tramos de rutas que atraviesan la selva. Tras años de estudio de casos exitosos de reducción de riesgos de atropellamientos en distintos sitios clave de la biodiversidad a nivel mundial, la Fundación Red Yaguareté diseñó y elevó a las autoridades un sistema que permite controlar la circulación en los más de 30 kilómetros de cada tramo de ruta que cruza la selva y donde más fauna se atropella, llegando incluso a obtener un dictamen favorable del Ministerio de Ambiente de la Nación. Sin embargo, todavía nada ha cambiado sobre el asfalto.
Ante la falta de acciones concretas y efectivas, la Red Yaguareté junto con Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN), interpusieron un recurso de amparo para que la justicia interceda y revierta la situación. Adoptar medidas de control y prevención de atropellamientos es un deber estatal, se enmarca en el artículo 41 de la Constitución Nacional y la legislación ambiental argentina, así como en los compromisos internacionales de conservación de especies amenazadas asumidos por el país, como, por ejemplo, el Marco Mundial de Biodiversidad Kunming-Montreal adoptado en diciembre de 2022.
Esto es un llamado a la acción urgente, porque mientras se escriben estas líneas, alguno de nuestros últimos yaguaretés en tierra misionera pueden morir bajo las ruedas de quien conducía con apuro para llegar a su destino.
Por: Laura Lapalma, integrante del área de Biodiversidad en FARN; y Nicolás Lodeiro Ocampo, director ejecutivo de la Red Yaguareté