Era una de las tantas tardes de paseo en familia y en la radio del auto comenzó a sonar uno de los grandes éxitos del cantante argentino Abel Pintos.
Sin principio ni final
Parte de la canción dice:
«Quizá esta vida se termine dando cuenta
Que es ella sólo un momento de esta historia
Porque este amor no tiene tiempo, ni fronteras
Porque este amor va más allá de mi existencia»
«Te voy a amar, y me amarás
Te amo, sin principio ni final»
Inmediatamente en mi cabeza comenzó a girar la idea de que esta canción bien puede ser el reflejo, o la mejor explicación de lo que es el Amor de Dios por nosotros.
Jeremías 31:3 nos dice que Dios nos amó con un amor que es eterno.
Y según la Real Academia Española, eternidad significa justamente duración que no tiene principio ni final.
El Señor se manifestó a mí hace ya mucho tiempo, diciendo:
«Con amor eterno te he amado; por tanto, te prolongué mi misericordia.
Dios está amándote, no desde el momento en que naciste, ni siquiera desde el momento en que tus padres te concibieron, Dios te esta amando desde la eternidad, desde antes de que el universo fuera creado, Él ya te amaba».
La segunda parte del texto, nos dice que Dios nos prolongo su misericordia. Prolongar es llevar algo más allá de su duración o longitud, la bondad de Dios, se estira desde la Cruz del Calvario para alcanzarte a vos más allá de las fronteras, llega hasta Eldorado, llega a Colonia Victoria, Montecarlo, Garupá, Posadas y hasta lo último de la tierra.
Es Dios mismo que canta que ÉL TE AMA, más allá de tú condición, más allá de tú realidad, aunque veas a tu alrededor y parezca que no es así, ahí está Dios, a una oración de distancia, con ganas de abrazarte, con ganas de recibirte en casa y hacer una fiesta porque el hijo que parecía perdido ha vuelto al hogar, el hijo que se creía muerto ha vuelto a la vida.
Dios ya hizo su parte el estiro su misericordia, hasta vos, ahora vos tenés que tomarla, y comenzar a disfrutarla.
Av. San Martín 516 – km 7