Cuenta una historia que en una ciudad se inauguraría una escuela en presencia del presidente del país y de una importante delegación que lo acompañaba, todos los alumnos vestirían y lucirían sus impecables uniformes para poder recibirlo.
Después de la ceremonia, una niña lloraba a lágrima viva. -¿Qué te sucede? ¿No viste al presidente? , le pregunto la maestra. -Sí, contestó la niña, pero él no me vio a mí . Evidentemente, el presidente no podía fijarse en cada niño de la multitud. Y la niña no tenía edad para comprenderlo.
En nuestra época de la informática, a menudo nos sentimos como un simple número de identificación ante las autoridades, o en una ficha en el banco, quizá del hospital, o como ser, un ser anónimo en la muchedumbre. De ahí es fácil pensar que no nos interesamos por nadie porque nadie parece interesarse por nosotros. No obstante ese pensamiento es un error.
Existe alguien que sabe quién eres, conoce tu nombre y oye el menor de tus suspiros. David que lo sabía muy bien dijo “tú has conocido mi sentarme y mi levantarme; has entendido desde lejos mis pensamientos. Pues aun no está la palabra en mi lengua y he aquí oh Jehová tú la sabes toda” Salmos 139:2-4. El Señor Jesús, el buen pastor, llama a cada una de sus ovejas por su nombre, tal vez creas que nadie puede entenderte, conocerte y amarte, sin embargo entérate que Él está pendiente de todo lo que esta sucediéndote y no solo está observándote sino también está dispuesto a bendecirte.
“Conoce el Señor a los que son suyos” 2 Timoteo 2:19
Eres único(a) a sus ojos y te dice: No temas, porque yo te redimí; te puse nombre, mío eres tú. Isaías 43:1.
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