Feliz día del Padre.
Disculpe amigo lector creo que hubo una confusión entre el que escribe y el editor. Es cierto que en esta nota hablaremos de ABBA pero no de la notable banda sueca que tanta buena música nos regaló. Sino de un término que involucra un gran amor.
Ahora si pasemos a la nota propiamente dicha.
En todo el antiguo testamento Dios se presenta como YO SOY, o también como EL SEÑOR; pero cuando Jesús entra en la escena nos presenta una nueva manera de encontrarnos con nuestro Dios, el YO SOY comienza a ser Padre.
Jesús nos presenta al Padre, lleno de amor, y además nos enseña un nuevo nombre que solo aparece 3 veces en las escrituras:
ABBA, que en Arameo el idioma que hablaba Jesús se traduce al castellano como Papá, una forma intima de referirnos a nuestros progenitores.
La primera vez que se la usa es en la oración que Jesús hace en el huerto de Getsemaní, en su momento de mayor angustia.
Al orar, decía: «Abba, Padre, para ti todo es posible. No me hagas beber este trago amargo; pero no se haga lo que yo quiero sino lo que tú quieres».
Qué bueno es saber que en nuestro momento de mayor aflicción Dios está para consolarnos, para darnos la mano en medio del valle de sombras que parece más difícil de atravesar, para afirmar nuestros pies, y evitar que resbalemos. Y aún mejor es someter nuestra voluntad a Dios nuestro Padre como lo hizo el mismo Jesús.
Posteriormente el apóstol Pablo nos recuerda que ya no somos esclavos del temor, sino que como fuimos salvados y comprados por el sacrificio de Jesús en la cruz del Calvario, nosotros también tenemos la libertad y el derecho de llamar a Dios, Papá, porque somos adoptados como sus hijos y Él nos hace herederos.
Ustedes ya son hijos. Dios ha enviado a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que clama: «¡Abba! ¡Padre!» 7 Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y, como eres hijo, Dios te ha hecho también heredero.
El mismo Jesús contó la parábola super conocida del Hijo Prodigo, donde cuenta la historia de un joven que le reclama a su ABBA la herencia que le correspondía, después de un tiempo, ese dinero era solo un recuerdo, tanto es así que tuvo que trabajar cuidando cerdos y ni siquiera podía alimentarse con lo estos comían. En un momento de lucidez decide regresar a su casa con la esperanza de que su padre lo reciba, ya no como hijo sino como un empleado.
Pero el relato nos cuenta que su ABBA todos los días salía a esperar el regreso del hijo, y una tarde aun a la distancia, lo ve llega, y corre a su encuentro, lo abraza, lo besa y le llena de regalos:
Le da un anillo, este se utilizaba para sellar, un trato, en este caso, sellaba un nuevo pacto entre este papá y su hijo, pero además en Israel los anillos se hacían de distintos materiales, según la posición social de dueño de ese anillo, el papa con ese anillo le estaba devolviendo la dignidad anterior a ese hijo que había huido. Dios nos devuelve a nosotros el status que habíamos perdido, nos vuelve a dar la dignidad de ser llamados Hijos de Dios.
Le da ropa nueva: en el libro de Isaías el profeta dice que el se alegra en Dios porque lo vistió con ropa de salvación y mantos de justicia, y esa Salvación y justicia la encontramos en Jesucristo que no solo es el autor sino también el consumador de nuestra Fe.
Y por último le pone sandalias en los pies: en tiempos de Israel, solamente las personas libres podían usar sandalias, los esclavos debían andar descalzos, el ABBA le dice con este regalo, yo te liberto de tú esclavitud, desde hoy volvés a ser una persona libre. Sos mi hijo y te recibo en casa como tal, no como un esclavo.
Conocerán la verdad y la verdad los hará libres, dice también la palabra de Dios. Enfrentarnos a la verdad, nos confronta día a día, nos muestra tal cual somos, hambrientos, sucios, esclavos del pecado, pero Dios demuestra su amor por nosotros en que siendo aun pecadores Cristo murió por nosotros, y nos mostró el camino al padre. Que en definitiva es El mismo