El Xeneize cayó ante Talleres en La Bombonera, en lo que fue el primer tropezón del año justo en el partido en el que se vio obligado a rotar.
Desde el primer momento que se conoció que Boca iba a tener que jugar con Talleres, se sabía que iba a ser el partido más difícil del grupo. A pesar de que se deshizo de varios jugadores importantes en el último mercado de pases, la T disfruta de un ajustado sistema colectivo que le permita reemplazar piezas importantes por otras y no sentir las ausencias. Por eso, iba a ser una prueba de fuego para el Xeneize, justo en una fecha en la que no iba a contar con la mitad de los titulares. Y la derrota, la primera del 2020 -que en algún momento se iba a producir-, es solo lógica que haya sido ante este rival.
Es cierto que Russo debió reemplazar cinco futbolistas claves: Andrada, Fabra, Campuzano y Cardona, afectados a sus seleccionados, y Salvio, desgarrado. Las sustituciones fueron sustanciales: más allá de Rossi en el arco, ingresaron Mas en el lateral, Jara como volante central, Villa en la banda izquierda y Maroni en la derecha. Subjetividades al margen, el Xeneize perdió a cinco jugadores de selección y el rendimiento estuvo lejos de ser el de siempre, lo cual desnuda que, a pesar de que parece crecer a nivel colectivo fecha a fecha, el conjunto de La Ribera todavía depende, en gran medida, de la calidad de sus individualidades.
Para otro análisis quedará la apresurada decisión de colgar a Pol Fernández en un momento tan cargado, pero lo que quedó claro es que la rotación obligada no sirvió y ello se condice con lo que el DT trabajó a lo largo de todo el 2020: devolverle la confianza a once jugadores con continuidad. Ni siquiera el ingreso de Wanchope Ábila en el segundo tiempo pudo cambiar la historia con las tres situaciones claras para convertir que tuvo en sus pies. Por el contrario, fue Soñora, uno de los tantos ex-Boca que tiene el conjunto cordobés, el que marcó la diferencia y el gol del triunfo.
La victoria de Talleres tal vez sea el contrapunto necesario sobre el cual deba trabajar el entrenador. Es esa facilidad que tiene el Matador de cambiar de nombres pero no de funcionamiento es lo que necesita alcanzar Boca para no resentirse cada vez que necesite cambiar.