Según la OMS la salud sexual es un estado de bienestar físico, mental y social relacionado con la sexualidad. Sin embargo, desde la Sección Sexología del Hospital de Clínicas de la UBA sostienen que muchos no saben qué es consentir y que las consultas más frecuentes tienen que ver con contentar a la otra persona, en detrimento de la sexualidad propia
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) la salud sexual es un estado de bienestar físico, mental y social relacionado con la sexualidad. Sin embargo, desde la Sección Sexología del Hospital de Clínicas de la UBA sostienen que muchos no saben qué es consentir y que las consultas más frecuentes tienen que ver con contentar a la otra persona, en detrimento de la sexualidad propia.
“¿Cómo hago para estar siempre listo?”, “¿cómo no hacer un papelón?”, “¿alguna vez voy a poder tener un orgasmo con una persona?”, son algunas de las preguntas más habituales que aparecen en el consultorio por parte de las personas «sin importar la edad, en adolescentes, adultos jóvenes, personas que quieren relacionarse con otros que no son tan conocidos o parejas de larga data», según refiere la Dra. Silvina Valente, miembro de la Sección Sexología perteneciente a la División Ginecología del Hospital de Clínicas (MN 87.798).
“Todas estas preguntas tienen un núcleo común: querer ser el mejor o la mejor amante sin registrar lo que cada uno siente”, afirma la profesional, quien agrega que esta filosofía se asocia a una manera «por la negativa» en la que tradicionalmente se transmitió el conocimiento sobre la sexualidad de padres y madres a hijos e hijas.
«Se suele llegar al encuentro sexual con un ‘no’, es decir, con la advertencia de lo que no se debería hacer: ‘ojo que podés quedar embarazada o contagiarte una enfermedad’, por ejemplo. Conocer lo que no quieren en general inhibe a las personas. Así, se llega al encuentro sexual, con miedos», agrega.
Es por eso que Valente remarca la importancia del consentimiento positivo además de mutuo: «En primer lugar, quienes participen del encuentro sexual deben estar de acuerdo con hacerlo. Y es aconsejable comunicar qué es lo que quieren, cuáles son los propios deseos. El fin es consentir entendiendo que implica permitir algo de forma consciente, de acuerdo a los propios deseos, sabiendo qué se acepta».
Advierte que, frente a la pregunta “qué querés», muchos no tienen respuesta. “Dando vuelta la palabra ‘consentir’ queda ‘sentir con’ y ese ‘con’ es con uno mismo y con la otra persona en el sentido de compartirlo. No reconocer lo que sentimos nos lleva a hacerle vivir una experiencia a otra persona quedando nosotros afuera”, explica Valente.
De cara a la llegada del Día Mundial de la Salud Sexual, que se conmemora cada 4 de septiembre, la especialista sugiere:
– Experimentar con lo a cada uno le gusta o con lo que no sabe y le puede gustar.
– Comunicar lo que uno quiere es la base de la sexualidad. Hacerlo de forma precisa. Sin vergüenza, sin tabúes.
–Disfrutar de ello y no concentrarse en qué piensa el otro o cómo la estará pasando la otra persona.
– No preocuparse por el orgasmo y disfrutar cada instante del encuentro. Dejar de estar pendiente de la expectativa del resultado.
– Que el encuentro sexual con el otro fluya y animarse a probar cosas nuevas para tener ganas de hacerlo, «total para parar o decir ‘no’ siempre estamos a tiempo», dice Valente.
–Conocerse, respetarse y jugar.