El gobernador Herrera Ahuad visitó a Antonella y a la familia Dávalos
ELDORADO Locales

El gobernador Herrera Ahuad visitó a Antonella y a la familia Dávalos

En su visita a Eldorado para inaugurar el Hospital Pediátrico, el Gobernador Oscar Herrera Ahuad visitó a Antonella y a la familia Dávalos.

El primer mandatario provincial se trasladó hasta la casa donde actualmente se encuentra Antonella, compartió una charla con la pequeña y con sus padres de corazón, Ester y Luis. Luego, se sumaron al encuentro dos tíos de la niña.

Los familiares expresaron su agradecimiento al Gobernador a través de una carta, donde también relatan la historia de Antonella y sus intenciones de adoptar a la niña.

La carta de Ester y Luis al Gobernador Oscar Herrera Ahuad (Textual)

Eldorado, 12 de diciembre de 2020.

QUERIDO GOBERNADOR OSCAR HERRERA AHUAD:

Con el corazón desgarrado y con los ojos casi sin lágrimas ya de tanto llorar, porque intentan arrebatarnos el regalo más hermoso que nos hizo Dios en la vida, y que es nuestra hija del corazón Antonella, nos dirigimos a usted para que sepa de nuestro inmenso dolor, para que conozca la historia de este caso y porque desearíamos contar con su apoyo y su ayuda en todo lo que esté a su alcance, aunque sabemos y somos muy respetuosos de la división de poderes y de las leyes, y somos conscientes que este es un tema que debe ser resuelto por la Justicia. Pero también, sabemos de su más profunda sensibilidad humana y en especial con respecto a los niños por su condición de médico pediatra.

Querido Gobernador. Antonella es una niñita muy sensible, que el 11 de mayo cumplirá 4 años, y
está con nosotros desde antes de cumplir dos meses de vida. Queremos que sepa que la amamos hasta el infinito, y que así como la hemos cuidado hasta hoy, vamos a cuidarla siempre, porque es un compromiso que hemos hecho ante Dios.

Mi esposa Esther y yo no podemos tener hijos, porque ella no logra quedar embarazada, y por eso,
desde un principio, cuando conocimos esa triste noticia, tomamos la decisión de adoptar un bebé. Fue así que un día nos enteramos que una mujer que vivía en situación de calle en Eldorado andaba todo el tiempo con una beba en brazo, y las dos dormían donde les agarraba la noche. Fuimos a ver y constatamos que era cierto, y supimos también que la madre sufría de esquizofrenia y que había tenido otros hijos que fueron dados en adopción. Con mi esposa no dudamos un instante y decidimos solicitar ser sus adoptantes en el Juzgado de Familia de Eldorado, y por la situación de riesgo que sufría la beba, resolvieron que nos hiciéramos cargo inmediatamente de ella, y nos la dieron en “guarda con fin de adopción”.

Desde un principio, nuestra intención fue adoptarla para siempre, y por esa la criamos como si fuera nuestra propia hija. Nunca tuvimos algún problema desde el Juzgado de Familia, que siempre nos avaló y acompañó en este hermoso y sagrado desafío, que es criar a un hijo.

Cuando la llevamos a vivir a casa con nosotros, Antonella comenzó a ser nuestra hija, nuestra princesa. Y como todos los padres, vivimos la experiencia de criarla. Así supimos de cambiarle los pañales, de levantarnos a la madrugada a prepararle una mamadera y esperar que hiciera provechito para volver a acostarla. Varias noches pasamos despiertos por algún problemita que sufría, y cuando no sabíamos qué era, no dudábamos en salir urgente para que la viera un médico y nos recetara un remedio o nos dijera qué teníamos que hacer.

De esa manera creció, en medio de sus juguetes de bebé. Como toda recién nacida, era débil y no
podía sostenerse sola, hasta que poco a poco comenzó a quedar más firme. Al principio, solamente
tomaba leche especial fortificada que le preparábamos y le dábamos en mamadera, y cuando la
pediatra nos autorizó, cerca de los seis meses, comenzamos a darle también purecito de papa y
zapallo, y poco a poco carne de pollo y de vaca bien picaditas, arroz, y así, cada vez alimentos más
sólidos.

Después decidimos bautizarla, y la pusimos en manos de Dios para que la protegiera y siempre le
diera salud. Fue una hermosa fiesta que hicimos, en las que estuvieron sus padrinos, sus tíos, tías y
primitos del corazón. Ella fue el centro de mucho amor, de una gran familia que desde un principio la recibió con la devoción que se recibe a los bebés cuando nacen.

Querido Gobernador. Así fue creciendo Antonella con nosotros. Aprendió a sentarse sola, a arrastrarse por el piso, después a gatear y le salió el primer dientito. Y cada una de esas etapas la
vivíamos con alegría y mucha emoción, porque la veíamos crecer sana y feliz. Cuando ella reía se
nos iluminaba el mundo. Hasta que llegó su primer año de vida, y le hicimos un gran festejo infantil,
y también para los mayores que fueron siempre testigos del mutuo amor que nos tenemos con ella.
Todos nos reunimos para festejar su vida. Incluso su hermana, abuela y tíos biológicos, que siempre
hicimos que estuvieran en contacto. Y con el primer año llegó también sus primeras palabritas, como má, pá, pipí, y otras que festejábamos, a veces hasta con llanto, por la alegría y la emoción que nos producía.

Y cuánto más fue el festejo cuando, después de hacerla practicar innumerables veces tomándola de una mano, empezó a dar sus primeros pasitos. Al principio fueron dos o tres, después más, y así hasta que se largó a caminar sola. Parecía que tenía un motor, porque no paraba más, corriendo de un lugar a otro.

Y siguió creciendo, y nosotros poníamos todo nuestro empeño para que aprendiera lo mejor posible todas las cosas, acorde a su edad. Así le enseñamos a comer, a tomar agua, a sentarse, a arrastrarse, a gatear, a caminar. Le enseñamos a no colocarse las cosas en la boca, a no tocar los enchufes, a no tocar los objetos calientes, y cada una de las acciones que ella iba experimentando día a día.

Cuando logró completar mamá y papá con su tierna vocecita y empezó a llamarnos así, fueron los momentos más emocionantes, porque comenzamos a sentimos verdaderos padres, con todas las letras y con todo el amor que sentíamos cada vez más.

Después cumplió dos años, tres, y ya identificaba los colores, los juguetes y casi todas las cosas de la casa. Este año fue increíble como maduró. El 11 de mayo cumplió 3 añitos, y enseguida aprendió a hablar cada vez mejor, expresándose como una persona grande ya, al punto que ahora se puede
conversar con ella sobre las cosas que le interesan, como ser sus juguetes, su música infantil y todo lo que forma parte de su mundo.

Todo era gozo y amor con Antonella, viviendo cada instante de su crecimiento. Hasta que llegó el día más malo de nuestras vidas, querido Gobernador. Esther recibió un llamado de un teléfono privado, y cuando atendió, era alguien del Juzgado de Familia, diciéndole que tenía que presentarse urgente con la beba, porque se debía hacer un trámite. Nosotros intuimos y sospechamos que algo feo podía suceder, porque unos 10 días antes la jueza Corina Jones, quien asumió en el juzgado recién en septiembre de este año, intentó darla en adopción a otro matrimonio, pero nuestros abogados se movieron rápidamente, la pareja desistió cuando vio toda la situación y Antonella quedó en guarda de su hermana de sangre Danila Luzmila, de 19 años, quien vive con su madre del corazón, pero no hubo problemas que siguiera viviendo con nosotros, ya que ella solamente quería estar en su casa, en su cama, con sus juguetes y con mamá y papá.

Pero el 3 de diciembre fue como una película de terror. Como tuvimos sospechas, le avisamos
enseguida a los abogados, y les pedimos a nuestros familiares que nos acompañaran hasta el juzgado.

También se tuvo que presentar Danila. Fue todo muy rápido, porque apenas llegamos, nos hicieron
entrar en una oficina con la jueza, y una empleada tomó a Antonella en brazo y la llevó a otra
dependencia. La jueza dirigiéndose a Danila le dijo que ella no era capaz de tenerla y por eso decidió darla en adopción a otro matrimonio.

Después supimos que la pareja estaba formada por dos mujeres que eran personal de la Policía de
Misiones y que vivían en Posadas. En ese mismo momento la subieron en un patrullero y se la
llevaron, sin que volviéramos a verla dos días después.

Querido Gobernador. Fueron horas de torturas interminables, y casi no parábamos de llorar. Las dos noches sin ella no pudimos dormir, pensando en dónde estaba, qué estaría haciendo, si había tomado la leche, si había comido, pero sobre todo sabiendo el sufrimiento que ella estaría sintiendo, lejos de sus padres, de su casa, de su cama, de sus juguetes y de todas sus cosas. Una experiencia infernal vivimos nosotros, y sabemos que ella también. Hasta que el viernes 4 a la noche, sentimos que Dios volvió a hacer un milagro. Otra jueza resolvió restituir a Antonella bajo la guarda de su hermana biológica, lo que posibilitaba su retorno a Eldorado.

Querido Gobernador. Queremos que sepa también que en el expediente de adopción de Antonella, hay un informe que se agregó en agosto de este año en el cual la psicóloga María Belén Vigil Mendoza, de la Oficina de Acceso a la Justicia, Derechos Humanos y Violencia Familiar, expresó textualmente: “Es evidente entonces que la pareja Barreto-Narciso conforma una referencia afectiva fundamental e insustituible para la niña y que la interrupción en este lazo tendría huellas de consideración en el desarrollo de la intelectualidad y afectiva de Antonella”.

Sabemos que gran parte de nuestros vecinos de Eldorado nos apoyan, porque así nos demostraron en diferentes movilizaciones y en una multitudinaria marcha que se hizo el martes 8, a pie y en autos, cuando casi 3.000 personas reclamaron que Antonella quede para siempre con nosotros.

Finalmente queremos reiterarle que nuestra intención es que la Justicia nos dé en adopción definitiva a Antonella.

Querido Gobernador. Le expresamos todo nuestro agradecimiento por habernos atendido y haberse ocupado de Antonella, y nos despedimos de usted con el mayor de los respetos. ¡Que Dios lo bendiga siempre!

ESTHER BARRETO y LUIS ALBERTO NARCISO
Padres del Corazón de Antonella