La ansiedad y el miedo son primos, pero no son idénticos. El miedo ve una amenaza. La ansiedad se la imagina.
En una ocasión, un hawaiano nativo me explicó el origen de haole, el nombre que usan los isleños para referirse a los que no somos hawaianos naturales. Haole es una palabra hawaiana que se traduce «sin aliento». El nombre se asocia con los inmigrantes europeos de los 1820. Si bien el término se explica de distintas formas, me gusta la que él me dio: «Nuestros antepasados pensaban que los colonos siempre andaban apurados construyendo plantaciones, puertos y haciendas. A los nativos hawaianos les parecía que estaban sin aliento»
Ciertamente, la ansiedad nos roba el aliento. ¡Si nos robara tan solo eso!
También nos roba el sueño. Nuestra energía. Nuestro bienestar. El salmista escribió: «No pierdas los estribos, que eso únicamente causa daño» (Salmos 37.8 NTV). Causa daño a nuestro cuello y estómago, a nuestra quijada y espalda. La ansiedad puede obligarnos a hacer contorsionismo emocional. Puede causar un tic en el ojo, un aumento en la presión arterial, dolores de cabeza y sudor en las axilas. Para ver las consecuencias de la ansiedad, simplemente lee sobre la mitad de las enfermedades en un libro de medicina. La ansiedad no es divertida.
Es muy probable que tú o alguien que conozcas esté batallando seriamente con la ansiedad.
Según el Instituto Internacional de la Salud Mental, los trastornos de ansiedad están alcanzando niveles epidémicos. En un año determinado, cerca de cincuenta millones de norteamericanos sentirán los efectos de un ataque de pánico, fobias u otros trastornos de ansiedad. El pecho se nos apretará. Nos sentiremos mareados. Evitaremos el contacto con otras personas y temeremos a las multitudes.
La presencia de la ansiedad es inevitable, pero la prisión de la ansiedad es opcional.
Max Lucado
Presta atención a estas señales:
• ¿Te estás riendo menos que antes?
• ¿Ves problemas en cada promesa?
• ¿Te describirían las personas que mejor te conocen como alguien
negativo y crítico?
• ¿Asumes que algo malo va a ocurrir?
• ¿Suavizas o minimizas las buenas noticias con una dosis de tu versión
de la realidad?
• ¿Hay muchos días en los que preferirías quedarte en la cama en vez de
levantarte?
• ¿Exageras lo negativo y desestimas lo positivo?
• Dada la oportunidad, ¿evitarías cualquier interacción con la humanidad
por el resto de tu vida
Si contestaste sí a la mayoría de estas preguntas, tengo un amigo que quiero presentarte. En realidad, me gustaría que leyeras un pasaje bíblico. He leído estas palabras tantas veces que ya somos amigos. Me gustaría nominar este pasaje para el Salón de la Fama de las Escrituras.
«Alégrense siempre en el Señor. Insisto: ¡Alégrense! Que su amabilidad sea evidente a todos. El Señor está cerca. No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús. Por último, hermanos, consideren bien todo lo verdadero, todo lo respetable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo digno de admiración, en fin, todo lo que sea excelente o merezca elogio.»
«No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo»
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