La ley aprobada por la Cámara de Representantes de Misiones considera el acompañamiento terapéutico como una práctica complementaria a un tratamiento de salud, de carácter multidimensional que se desarrolla en equipos interdisciplinarios o por indicación del profesional de salud tratante, para reforzar el tratamiento en su cotidianidad.
A partir de esta norma, para ejercer como acompañante terapéutico será necesario tener título oficial habilitante de técnico universitario o superior, otorgado por una institución reconocida por autoridades provinciales o nacionales competentes. También podrán ejercer en ese rol psiquiatras, psicólogos y psicopedagogos con capacitación adicional en la temática. Como excepción, por única vez y por un plazo de cinco años, se podrá contemplar a quienes tengan capacitaciones que no cumplan esos requisitos, pero aprueben una evaluación teórica y práctica. En todos los casos tendrán que inscribirse en el registro de acompañantes terapéuticos que deberá crear el Ministerio de Salud, como autoridad de aplicación.
La ley surgió por proyectos presentados por los diputados Rafael Pereyra Pigerl, Anazul Centeno y Santiago Mansilla, y por la legisladora con mandato cumplido Natalia Rodríguez.
Durante la sesión, Centeno manifestó que el fin es “garantizar la disponibilidad y adecuada inserción laboral de estos agentes de salud en la provincia de Misiones, integrantes de los equipos de recursos humanos en salud que están teniendo una creciente relevancia en el marco de estrategias integrales de abordaje de diversas patologías y problemas de salud pública”.
Asimismo, Pereyra Pigerl resaltó que la actividad desempeñada por los acompañantes terapéuticos “con el transcurso del tiempo está siendo valorada en su justa medida” y aseguró que con esta norma “se pretende dar un marco de seguridad tanto para el paciente como para el profesional”.
En tanto, Mansilla, en los fundamentos de su propuesta, precisó que los acompañantes terapéuticos “son trabajadores y profesionales del campo de la salud cuya función consiste en brindar atención a la persona asistida en su cotidianidad, dentro de su comunidad, entorno familiar, social y comunitario con el fin de colaborar en el bienestar de su salud, en su calidad de vida y en la promoción de acciones colectivas”.
Sebastián Fohgel, del Instituto Superior Juana Azurduy, explicó que “el fin es jerarquizar y profesionalizar, tiene que ver con una instancia muy importante en la que los acompañantes terapéuticos van a tener que formarse para poder acreditar conocimientos, debido a que trabajamos con personas, con seres humanos”.