La respuesta a esa pregunta, señor lector, es simple: porque el Estado, que tiene como función velar por la seguridad de los ciudadanos, nos da la facultad de ejercer una actividad de alto riesgo. Además, permite a las autoridades ejercer un control más estrecho sobre quienes están autorizados a ejercer esa actividad controlada, por lo general controlando que lo hagan de manera correcta de forma tal que el riesgo que conlleva esa actividad se reduzca a una mínima expresión.
Pero acá viene la pregunta mortal: ¿De verdad podemos decir que quienes tienen una Licencia de Conducir, obran de manera tal que se disminuya el riesgo natural del tránsito? La respuesta es no y no es una cuestión de Misiones, en casi ningún lugar del país se cumplen con los requisitos de la Ley, ya no hablemos de “las mejores prácticas disponibles”.
Nuestra Ley Nacional exige que antes de ser entregada una Licencia de Conducir, el que la solicite debe asistir a una Escuela de Conducir, ya sea pública o privada. Esto no sucede en casi ningún lugar del país y en la mayoría de los casos donde si hay Escuelas, su contenido se centra en legislación, muy poco en conducción y aún menos en detección de fallas de elementos de seguridad, cosa que también es exigida por nuestra Ley.
No es una tarea sencilla, en lo más mínimo, pero es necesario generar un cambio profundo en la forma en que se emiten las licencias de conducir porque no tenemos que olvidar que es una de las actividades que mayor riesgo traen aparejadas de todas las que podemos realizar, al menos legalmente.
El riesgo del conducir se expresa en diversidad de normas, como los antecedentes de la Ley Nacional 26353 que ya en el año 2007 mencionaba las cerca de 6000 muertes anuales y se establece como la cuarta causa de mortalidad en el país.
Y solo le mencioné, señor lector, lo que dice una sola Ley, no hablé de investigaciones, no hablé de más leyes, no hablé de la situación internacional. Solo con mencionar una Ley, encima de más de diez años de antigüedad, podemos ver que el problema no fue resuelto hasta hoy. Por eso mismo es necesario un cambio profundo, incluso en la concepción de lo que es una Licencia de Conducir. Ya les hablé del tema armas y casi todo el mundo me va a decir “claro, las armas tienen que tener un durísimo control”, y el tránsito por qué no.
Por qué aceptamos que una actividad sea super controlada y otra igual o más riesgosa incluso… no queremos que tenga el mismo control, no exigimos el mismo control y aceptamos sin más quejas que mueran más de seis mil personas, o quizás con algunas quejas, pero sin un ánimo de cambio profundo.
Le dejo esas dudas señor lector pero por sobre todo quiero que piense en la profunda necesidad de cambio que tenemos.
Ramiro M. D. López
Magister en Tráfico, Movilidad y Seguridad Vial.