Señor lector, quiero que pensemos algo más difícil hoy, ¿qué costo tienen las imprudencias en el tránsito? Los choques, las embestidas, los derrapes, los despistes, ¿qué nos cuestan a cada uno económicamente hablando?
Hay un artículo publicado en el año 2019 titulado “Estimación de costos de hospitalización por lesiones asociadas al tránsito en un hospital público de Tucumán, Argentina, 2017” donde se estima que el costo global por lesiones asociados al tránsito en el primer semestre de ese año 2017 fue de más de un millón de dólares.
Si anualizamos el monto que obtuvieron los investigadores podríamos decir que el costo anual que tiene que ver con lesiones de tránsito serían unos 2.126.104 dólares en un año, en un hospital.
Y ahora entraremos en el peligroso terreno de especular, es decir que todo lo que voy a escribir a continuación es una suposición basada en los datos que disponemos.
Si tomamos el valor del dólar oficial ($85.5) y multiplicamos el costo de un hospital por los 47 que tiene la provincia, tendríamos aproximadamente que se destinan unos 8.54 mil millones de pesos a la recuperación de personas con lesiones asociadas al tránsito. Para verlo más claro, son casi 3500 camionetas Ford Ranger o unas 122000 motos de 110cc o unas 2500 ambulancias.
Esta suposición probablemente no sea perfectamente exacta, pero ya nos orienta a saber que tenemos un enorme problema con el tránsito. Seguramente alguien dirá “la salud no tiene costo”, pero los recursos necesarios para cuidar de ella sí y una enorme parte se está destinando a reparar las consecuencias de un siniestro vial.
¿Y sabe qué señor lector? Hasta aquí solo hablé de un tipo de costo asociado al tránsito, el costo médico, sin embargo, hay otros cuatro:
el costo por pérdida de productividad que es el dinero que se deja de ganar para recuperarse de una lesión;
el daño a la propiedad que es lo que cuesta reponer los bienes destrozados en un siniestro;
los costos humanos que es todo aquello que no se puede medir en dinero, el dolor, el sufrimiento, el perder un familiar, un amigo o simplemente perder nuestra calidad de vida, no se puede medir en dinero, pero nos afecta;
y por último los costos administrativos que son todo el trabajo que trae atrás un siniestro, horas de trabajo de policías, médicos, abogados, psicólogos y puedo seguir…
Puedo seguir todo el día con esto, pero les quiero dejar con una sola idea en la cabeza, el dinero que se “pierde” por culpa del tránsito bien podría usarlo usted para mejorar su casa, para viajar, o usarse desde el Estado para mejorar las rutas, las universidades, o quizás algo tan sencillo como que los comedores de las escuelas puedan atender a los niños más necesitados.
Ramiro M. D. López
Mtr. en Tráfico, Movilidad y Seg. Vial