El 11 de septiembre de 2001, diecinueve hombres secuestraron cuatro aviones comerciales estadounidenses cargados de combustible que se dirigían a varios destinos de la costa oeste. En total 2.977 personas murieron en los ataques terroristas en la ciudad de Nueva York, Washington y a las afueras de Shanksville, Pensilvania.
El ataque fue orquestado por el líder de al Qaeda, Osama bin Laden.
Inicialmente cuando sucede el primer impacto del avión contra la primera torre, se llegó a pensar que se trataba de un accidente aéreo, pero con los consecutivos ataques a la siguiente Torre, al Pentágono en Washington D.C, y el de Shanskville, quedó de manifiesto que se trataba de un ataque terrorista, en donde posteriores investigaciones determinarían que los determinadores de los hechos eran de Arabia Saudita, financiados por Al Qaeda, y que lo hacían como represalia contra los Estados Unidos por su apoyo a Israel, tras la participación en la Guerra del Golfo Pérsico y su presencia militar en el medio oriente.
El ataque terrorista del World Trade Center, como centro financiero de Nueva York, no solo afectó a las Torres, sino a otras edificaciones más pequeñas, dejando un saldo de 2.753 personas fallecidas en edades entre los 2 y 85 años, de los cuales el 80% eran hombres.
Igualmente, en el Pentágono, Washington D.C. murieron 184 pasajeros del vuelo 77 de la compañía American Airlines, cuando este impactó el edificio, y en Shanksville, 40 pasajeros y la tripulación del vuelo 93 de la aerolínea United Airlines, se sumaron a la lista de víctimas por los atentados. Se calcula además que 300 de “Los héroes de los atentados”, bomberos y rescatistas, murieron aplastados entre concreto, chatarra, vidrios, cenizas y la asfixiante humareda del incendio y el polvo dejado por el desplome de las estructuras.