El vamping es un fenómeno que hace referencia al uso excesivo de los dispositivos electrónicos justo antes de irse a dormir, disminuyendo las horas de sueño y de descanso. Este término proviene de las palabras en inglés vampire (vampiro) y texting (envío de mensajes de texto) y está en auge sobre todo en adolescentes y niños debido a que en la actualidad utilizan teléfonos móviles a una edad cada vez más temprana.
Esta práctica tiene efectos negativos para la salud y uno de los problemas del vamping reside en la luz azul de onda corta emitida por aparatos electrónicos como la tablet o el teléfono celular. Para conciliar el sueño, nuestro cuerpo segrega melatonina, que es la hormona que regula el ciclo del sueño y el cerebro comienza a producirla aproximadamente dos horas antes de irnos a dormir.
“Las pantallas de estos dispositivos tienen una iluminación con una longitud de onda muy parecida a la luz natural cuando es de día. Cuando esta luz llega a la retina, engaña al cerebro y le hace pensar que todavía no llegó la noche. Si tenemos la pantalla con mucho brillo, esa sensación de luz diurna es mayor”, explicó Pilar García Fernández, neuropediatra de la Clínica Universidad de Navarra (CUN).
La especialista señaló que los e-books o libros electrónicos con luz son los únicos que se pueden usar antes de dormir, porque equivalen al efecto de la lectura en papel. Además, dijo que hay filtros que reducen la luz azul, pero lo que no minimizan es la adicción a los dispositivos electrónicos.
La adicción a los dispositivos electrónicos
La neuropediatra explicó que el uso habitual de pantallas antes de dormir genera una adicción, que se puede equiparar a la que se da con las drogas, a la vez que resaltó que los pacientes que practican vamping hacen afirmaciones como “no puedo dejar de usarlo” o “lo miro cada vez con más frecuencia”.
“Se acuestan con el móvil, están mirándolo hasta la 1 o las 2 de la mañana, se despiertan de madrugada porque oyeron un beep y saben que entró un mensaje y vuelven a mirarlo”, añadió García Fernández, quien comentó que esta dependencia produce síntomas como taquicardias y sudoración si no se revisa el teléfono y que se pueden llegar a dar más nuevos casos de jóvenes con adicción al celular que al alcohol.
Según los especialistas de la CUN, algunas investigaciones muestran que la falta de sueño provocada por el uso de las pantallas perjudica en mayor medida a los niños, ya que la producción de melatonina se reduce hasta un 90 por ciento más que en los adultos. Por otro lado, la población más joven es, a menudo, la que presenta mayores niveles de uso de las nuevas tecnologías y la más vulnerable a la aparición de conductas adictivas.
La luz azul de las pantallas
Además de repercutir en la cantidad y calidad del sueño, la alteración en la segregación de la melatonina influye en el apetito. “La luz de las pantallas inhibe la producción de esta hormona, aumentando la producción de neuropéptidos, que estimula nuestro apetito y la apetencia por alimentos más grasos y dulces”, indicó María Alija, endocrinóloga pediátrica, quien dijo luego que, si no respetamos nuestros ciclos de sueño y, además, utilizamos pantallas antes de dormir, alteramos el proceso natural, tenemos más hambre, deseamos comer más dulces y engordamos más.
Alija, expresó que varios estudios muestran que dormir entre tres y cinco horas menos de lo habitual lleva a consumir 385 calorías más al día, lo que trae consigo un aumento de peso si se produce de forma prolongada. Asimismo, la reducción de horas de sueño provoca que se incremente el cansancio y, por lo tanto, reduce la actividad; algo que, a largo plazo, también afectará al peso.
“Al dormir, no solo importa la cantidad de horas, sino la calidad de nuestro sueño en todas las etapas. Es necesario descansar adecuadamente para rendir con eficacia, pensar con claridad, asentar la memoria y reaccionar con agilidad. Un sueño óptimo previene enfermedades como infartos o depresiones”, dice Elena Urrestarazu, especialista en Neurología y en Neurofisiología Clínica de la Unidad del Sueño de la CUN.
Cómo lograr que los niños y los adolescentes duerman bien por la noche
García Fernández comentó que la mayoría de sus pacientes adolescentes no tiene normas en casa sobre el uso racional del teléfono celular y, para prevenir el vamping y mejorar la calidad de sueño de los menores, dio los siguientes mensajes:
- Dejar de usar las pantallas dos horas antes de irse a dormir para evitar el efecto de la luz azul sobre la melatonina.
- Por la noche, el teléfono celular debe estar siempre fuera del dormitorio para huir de las tentaciones.
- Fomentar una buena educación en higiene del sueño. Las rutinas se adquieren desde pequeños.
- La televisión también se considera vamping. “Vemos niños de 3 o 4 años de edad a los que les ponen la tele para dormir”, alerta la especialista en Neuropediatría.
- Leer y comentar cómo fue el día son actividades recomendadas para irse a la cama.
- Si el niño dice que se desveló, no hay que darle el celular como solución “fácil” para que se duerma.